Ignorando el alboroto detrás de ella y la horda de demonios abismales acercándose movidos por un intento asesino, la mirada de Mengxi permaneció fija en el encantador rostro de Yumo.
—Yumo, mi querida hermana...
Mientras se dejaba llevar por Yumo, Mengxi entrecerró los ojos, sumida en sus pensamientos.
—¿Debería exponerla?
Para ser honesta, Mengxi estaba bastante ansiosa por ver la expresión avergonzada y sonrojada en la cara de Yumo después de ser descubierta. Lo había imaginado innumerables veces.
Sin embargo, en este momento, Mengxi no tenía intención de desenmascarar a su adorable hermana. En su lugar, continuó interpretando su papel, fingiendo hábilmente.
Además, correr de la mano con Yumo se sentía bastante bien. La mano de su hermana era suave y cálida. Sintiendo el calor en la palma de Yumo, Mengxi no pudo evitar sonreír.
