Mientras Xue Tianao y los títeres alquímicos se preparaban para atacar a su objetivo, la lanza demoníaca negra temblaba inquietantemente. En el siguiente instante, su enorme boca se abrió de nuevo, revelando colmillos afilados y feroces.
Un rugido ensordecedor, lleno de ira y locura, retumbó por el cielo, recordando a una bestia salvaje en un alboroto.
El sonido sacudió a Xue Tianao hasta lo más profundo. Tras enfrentarse a continuos contraataques de Xiao, Xue Tianao perdió su confianza inicial y desarrolló dudas psicológicas.
Cuando la lanza emitió su aullido, Xue Tianao instintivamente se preparó para el impacto. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que, a pesar del rugido penetrante, no había acumulación de poder demoníaco negro alrededor de la lanza.
En otras palabras...
—Qué susto... —Xue Tianao no pudo evitar burlarse.
Sin embargo, en el siguiente momento, un atisbo de preocupación se deslizó en el rostro de Xue Tianao.
—No, no puede ser tan simple —se dijo Xue Tianao.