Hace unos minutos, en las murallas de la Ciudad del Cielo del norte, el teniente Xavier, comandante del Segundo Grupo del Ejército, caminaba diligentemente, observando sus alrededores con seriedad. Aunque la Ciudad del Cielo, como capital, estaba rodeada por numerosas murallas fortificadas, la posibilidad de que los enemigos se infiltraran silenciosamente aquí era casi cero. Sin embargo, Xavier permanecía vigilante, completamente enfocado en su deber, protegiéndose de amenazas potenciales.
Sin embargo, mientras observaba a lo lejos y contemplaba el pesar de tener que realizar guardia durante la ceremonia de coronación, una entidad negra desconocida de repente entró en su campo de visión. Esto provocó que las pupilas de Xavier se encogieran al instante, y un presentimiento de inquietud surgiera en su interior.
