Frente a la aparición repentina de esta criatura mística, los Caballeros Reales no pudieron evitar mostrar expresiones de confusión. Luchaban por entender cómo este ser aparentemente delicado había logrado burlar las barreras protectoras y encontrar el camino hacia el arsenal.
Para complicar aún más las cosas, ¿por qué estaría un lobo de nieve presente dentro de los muros del palacio? ¿De quién podría ser la bestia contratada?
Estos pensamientos se precipitaban en sus mentes, lo que llevó al líder del escuadrón, Herrlot, a mirar hacia atrás a sus camaradas y preguntar con curiosidad,
—¿De quién es esta bestia contratada, alguien sabe? —preguntó.
Normalmente, la llegada de una bestia contratada en busca de su amo se consideraría ordinaria.
Sin embargo, los Caballeros Reales colectivamente negaron con la cabeza, negando cualquier propiedad y profundizando la perplejidad de Herrlot.