—¡Maestro!
—Oh, estás despierto —recibí al pajarillo en mis brazos, quien como de costumbre me dio un cabezazo como saludo. Ya fuera en forma de pájaro o de niño, Jade seguía siendo Jade—. ¿Cómo te sientes?
—¡Un poco cansado!
—¿Un poco cansado?
—¡Sí! —La cabeza verde asintió de arriba abajo—. ¡La forma humana es agotadora! Pero divertida!
—Ah, ¿y qué tiene de divertido? —pregunté mientras llevaba a Jade e Ignis al balcón, disfrutando de nuestro té de la tarde con un gusto de la luz del sol invernal.
—¡Jade puede hablar con todos! —respondió el pajarillo con entusiasmo, aleteando hasta que apareció una pequeña ráfaga—. ¡Jade solo puede hablar con Maestro, Ignis y Vrida en esta forma!
—Ah, es cierto —asentí aprobando—. De hecho, es agradable poder hablar con mucha gente.
Mientras se hiciera en un entorno controlado, al menos para mí. Una vez que me arrojaban a una multitud, de repente ya no me gustaría hablar.