```
Lo primero que hice cuando me encontré con Natha para almorzar fue preguntarle sobre la situación de Lujuria.
—¡Nat! ¿Es cierto que Aleena ahora es... haa... —hice una pausa para respirar porque estaba corriendo para encontrarlo a mitad de camino en el jardín.
—Cálmate, respira —me palmoteó la espalda—. ¿Por qué corres? —me preguntó primero, antes de mirar detrás de mí y repetir—. ¿Por qué corres? Es peligroso.
Escuché el golpe de la armadura de los guardias mientras enderezaban la espalda temerosos. Agarré su manga y sonreí con timidez. —Porque quiero verte rápidamente —le dije antes de que mirara más a mis acompañantes—. De todos modos, ¡el señor! ¿Aleena es el señor ahora?
—¿Así que Zidoa te lo contó? —Natha sonrió y tomó mi mano para guiarme hacia el invernadero donde almorzaríamos.