—¡Lesta!
Corrí por el patio para alcanzarlos antes de que entraran al Castillo, y casi me estrellé contra Lesta, quien afortunadamente todavía pudo atraparme. Aunque, incluso si no hubiera podido, detrás de mí estaban Panne y los guardias, y detrás de Lesta estaba Eruha.
Uff... eso pasó porque últimamente no había ejercitado mi cuerpo, excepto en la cama.
—Por favor, tenga más cuidado, Joven Maestro —Eruha me regañó, un poco más severo de lo habitual. Su mirada no estaba fija en mí, sin embargo, sino en Lesta, como preocupado de que el demonio se lastimara.
Oh-ho?
—¿Por qué parece tan feliz de verme, Joven Maestro? —Lesta, como siempre, simplemente preguntó con calma, sacudiendo mi ropa después de recuperar nuestro equilibrio de nuevo.
—¿Por qué? ¿No puedo estar feliz al verte? —inflé mi mejilla.
—Hmm...