Aric miraba desconcertado a su alrededor. No lograba procesar lo que acababa de suceder. Pasó sus manos por todo su cuerpo, verificando que no se estuviera volviendo loco. Cuando llegó a la base de su cuello, tragó su saliva seca.
"Estoy vivo..."
El recuerdo de ser decapitado estaba fresco en su memoria. Repasó los sucesos una y otra vez, buscando alguna explicación, pero nada le llegaba a la mente, excepto aquella voz que escuchó.
"¿A quién se refería?", susurró molesto. "¿Y de qué juego hablaba?"
Sacudió ligeramente la cabeza, intentando levantarse. Las respuestas no vendrían ahora, por muchas vueltas que le diera; su prioridad era saber en dónde se encontraba.
Su expresión se tiñó de asco al ver el horrendo paisaje. El hedor a podredumbre llenaba el lugar, mientras sus pies se hundían ligeramente en la carne blanda, enviándole un escalofrío por la espalda.
El frío lo abrazaba como si la misma muerte aún lo reclamara. Incómodo, trató de moverse con cuidado entre los cadáveres. Si tropezaba y chocaba con ellos, estaba seguro de no soportar las náuseas.
[¿Qué clase de lunático haría algo así?] Algunas pisadas provocaban que un líquido desconocido saliera de los cuerpos, generándole ganas de vomitar.
Mientras caminaba, se preguntó cómo era posible que lloviera sangre. Intentó discernir si se encontraba en algún espacio abierto, pero una espesa neblina rojiza se extendía más allá de lo que podía ver.
"¿Hay alguna salida, al menos?", susurró a la nada.
Caminó un buen rato hasta llegar a un enorme espacio abierto. Los cuerpos seguían dispersos por el lugar, pero ahora había un añadido nuevo, dejándole un sentimiento de inconformidad a Aric mientras atravesaba el pantano de cuerpos.
[Una cantidad absurda de armas], pensó, sintiendo cómo su malestar empeoraba.
Cuando llegó al final, no sabía cómo reaccionar ante lo que tenía enfrente: una puerta blanca, sin nada destacable, salvo el lugar en el que se encontraba; rodeada de cadáveres claramente recientes.
Aric empezaba a molestarse con lo que estaba sucediendo; la idea de que probablemente estaba teniendo una pesadilla se desarrollaba en su mente. Después de unos minutos, otra idea llegó a su cabeza.
[¿Y si esto es el infierno?]
Sabía que no era trigo limpio. Su familia era pobre en todos los sentidos; la convivencia empeoraba cada día. Por culpa de un suceso en el pasado, el pueblo entero se volvió en su contra.
[Malditos sectarios.] Acarició ligeramente su cuello, meditando si debía interactuar con aquella puerta.
Mientras Aric pensaba qué hacer, una suave y juguetona risita resonaba por el lugar. Se sorprendió y buscó nervioso el origen de aquel sonido.
"¿De verdad piensas que cruzar esa puerta es buena idea? Podrías acabar en un lugar aún peor, o, quién sabe, tal vez en el mismo lugar, pero con una compañía más aburrida," susurró seductoramente al oído.
Aric se sobresaltó por el repentino suceso, cayendo hacia atrás en el mar carmesí, disgustado por la sensación de la sangre.
"¿Q-quién eres?", preguntó, sorprendido y molesto a la vez. "¿De dónde saliste?"
"Pfff, ¡JAJA! ¡Mírate!", se burló Lyra, mientras su risa se intensificaba, resonando por todo el lugar.
La neblina rojiza comenzó a moverse hasta materializarse en la figura de una chica sentada con las piernas cruzadas sobre uno de los cadáveres, como si fuera un sillón cómodo.
"¿Quién soy? Digamos que soy una amiga... o algo así. O tal vez solo una observadora del espectáculo que darás pronto," respondió Lyra con una sonrisa juguetona.
"Eso no me dice mucho," refunfuñó Aric, poniéndose de pie. "¿Qué pasa con toda esta situación? Se aleja de mi concepto de lo normal."
"Bueno, estamos en un lugar donde los muertos pasean y la sangre llueve del cielo. Yo diría que va siendo hora de que reemplaces esas ideas."
"¿Los muertos pasean?"
"¿No estabas haciendo eso?", preguntó Lyra, inclinando la cabeza.
Aric se tambaleó un momento; no quería dar por sentado todo lo que estaba sucediendo, pero aquella chica le dio un golpe certero.
"Tengo bastantes preguntas," dijo Aric, frotándose la cabeza. "¿Me tendré que quedar aquí para siempre?"
"Fufufu, eso, querido, depende de ti," respondió Lyra, fijando sus ojos violetas sobre el chico de manera intensa. "Has comenzado a participar en algo muy especial. Para las respuestas que buscas, tendrás que ir más allá de esa puerta blanca, para nada sospechosa."
Lyra danzó alrededor hasta finalizar con un gesto teatral señalando el próximo destino.
Aric se acercó y giró el pomo de la puerta. Un cuarto oscuro lo esperaba al otro lado, dejándolo en un conflicto interno sobre si era buena idea adentrarse.
"¿No voy a morir, verdad?", preguntó, dubitativo.
"Tal vez," respondió, evitando reír por su pregunta. "Deberías llevar alguna de esas; no creo que a sus anteriores dueños les importe mucho."
"Sí, creo que lo haré," respondió sin dudar, tomando una pequeña espada de hoja corta. La leve idea de seguridad se posó en su corazón al sentir el frío mango del arma.
Antes de cruzar, se giró nuevamente hacia la chica enigmática.
"¿Habías dicho tal vez? Entonces, ¿sí puedo morir otra vez?", preguntó, nervioso, pero la chica ya no estaba a su alrededor. "Maldición."
Aric decidió cruzar la puerta, empuñando con fuerza su arma, brindándole la determinación suficiente para avanzar.
El ambiente cambió drásticamente. La sala estaba sumida en la oscuridad. Había un fuerte olor a humedad, sumado a la sensación de pisar un charco al caminar por el lugar.
[Espero que sea agua], pensó incómodo, buscando de manera paranoica posibles amenazas. Aquella chica lo dejó pensando de más en lo sucedido.
***
Después de cruzar la puerta, Aric se encontró en un pasillo estrecho, donde el aire se sentía denso y pesado. A medida que avanzaba, empezó a oír susurros y pasos que se le acercaban, resonando en las paredes oscuras del corredor.
La incomodidad se intensificaba, y se giró varias veces buscando la fuente del ruido, pero no había nada a la vista.
No pudiendo soportar más la sensación de ser seguido, el miedo lo impulsó a correr. Sus pies golpearon el suelo, resonando en el pasillo estrecho mientras su corazón latía al ritmo de su carrera.
[¿En qué momento despierto de esta pesadilla?] gritó internamente, ignorando las quejas de sus pulmones mientras se lanzaba hacia adelante.
Cuando parecía que estaba por escapar, en un parpadeo su mundo se volvió del revés. La sangre fresca flotaba a su alrededor en cámara lenta, como si el tiempo se hubiera detenido.
Aric miró a su alrededor, buscando una explicación, y allí, en la penumbra, divisó unos ojos rojos diminutos que lo observaban
[No pierdas la cabeza... jaja], pensó irónicamente, mientras las garras de la muerte lo arrastraban nuevamente a la asfixiante oscuridad.
Lo último que escuchó fue una risa espeluznante que resonaba a su alrededor, sacudiendo su interior y llenando el pasillo con su melodía.
"¿Eh? Eso fue bastante rápido. Bueno, no te preocupes, no todos son expertos en sobrevivir a la muerte en sus primeros intentos," dijo Lyra, burlándose de su fracaso. "Al menos tienes al tiempo de tu lado."
***
"Me agradaría bastante una explicación, ¿sabes?", gruñó Aric mientras se levantaba del suelo. El olor a sangre y podredumbre volvía a llenar sus sentidos, pero esta vez no le afectaba tanto.
Empezaba a acostumbrarse al hedor, un pensamiento que le generaba tanto alivio como miedo.
[Siento que mis reacciones son bastante escépticas desde que llegué], pensó con amargura, como si una parte de él se estuviera quedando atrás.
Lyra apareció de nuevo, sacándolo de sus pensamientos. Su figura emergía lentamente de la neblina rojiza, esta vez sentada sobre una pila de cráneos, mientras su cabello violeta ondeaba con el viento.
"¿Explicación? Ah, pequeño ratoncito, me temo que eso le quitaría toda la diversión a este juego. ¿Acaso no disfrutas del buen misterio?"
"Para nada." Aric la fulminó con la mirada, mayormente por la impotencia de haber sido asesinado nuevamente. "Sentí sus garras arrancándome la cabeza en un momento. Pero lo peor es que aquí estoy de nuevo, como si nada hubiese pasado."
"Así es," respondió Lyra juguetonamente. "Pero quizás sí pasó algo, aunque no lo notes todavía. Cada vez que mueres, algo cambia. ¿No sientes nada diferente después de volver a la vida dos veces?" Sus ojos violetas lo observaban con intensidad, casi como si buscara un secreto escondido en lo más profundo de su ser.
"¿Qué quieres decir?", preguntó Aric, frunciendo el ceño y alejando el rostro de Lyra, lo que le causó gracia a ella.
"Ah... esa es la cuestión, ¿sabes?" Lyra se levantó de su asiento improvisado, danzando en círculos alrededor del chico. "Descubrirlo por ti mismo es parte de la prueba. La muerte es un obstáculo, pero no un fin. Cada vez que regreses, estarás a un paso de descubrirlo."
Se detuvo frente a él, mirándolo fijamente; su sonrisa juguetona había desaparecido.
"Intenta no morir demasiado rápido, ¿sí? Podrías aburrirme."
Sin darle tiempo a responder, Lyra se desvaneció en la neblina. Aric apretó los puños y miró hacia adelante, atónito por ese cambio repentino de personalidad.
[Eso fue aterrador...] Avanzó nuevamente en busca de la puerta blanca, esta vez seguro de que algo acechaba en su interior, y que para saber lo que sucedía, debería superarlo.
"¿Algo diferente en mí?", preguntó a la nada, mientras se determinaba a enfrentar nuevamente esa oscuridad.
***
Caminó con pasos firmes hacia la puerta blanca, sintiendo el frío y la humedad del aire filtrarse en su piel. El miedo aún seguía presente, latente en su pecho, pero había algo diferente esta vez; aunque no sabía qué.
"Algo cambia... cada vez que regreso," murmuró para sí mismo, recordando las palabras de Lyra.
Se detuvo frente a la puerta, con la mano en el pomo, y miró por encima de su hombro hacia la neblina. Un eco lejano de la risa de Lyra resonó en el aire, burlona y distante.
"Te daré el espectáculo que buscas," dijo entre dientes, sintiendo una ligera chispa de ira en su interior. "Pero no pienso ser una pieza en tu juego."
Empujó la puerta con fuerza, adentrándose nuevamente en la oscuridad. Pero esta vez, en lugar de correr a ciegas, se obligó a mantener la calma, escuchando con atención cada sonido que provenía de las sombras. Si iba a morir múltiples veces, lo haría aprendiendo algo nuevo.
Los susurros volvieron a surgir y los ojos rojos parpadearon en la distancia. No sabía cuánto podría resistir, pero en su interior se formó una promesa: no rendirse, no sucumbir.
Sin embargo, en lo más profundo de su mente, una parte de él, pequeña y fría, se preguntaba cuánto tiempo podría seguir así antes de que aquel lugar lo consumiera por completo.