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Chapter 24 - Capítulo 20.5 Cosas del destino (parte 2)

— Tiehny: ¡Vamos! Tenemos que buscar a la señora y salir de éste lugar.

— Darío: capitán, creo que sé dónde se encuentra la señora, déjeme mostrarles el camino.

— Tiehny: ¿Cómo lo sabes? ¿Y si nos llevas a un lugar erróneo?

— Darío: estoy 100% seguro de que se encuentra en ese lugar. Es por eso que debemos apresurarnos, Seredine está en peligro de ser utilizada cómo sacrificio.

— Marcus: ¿Sacrificio?, ¿De qué estás hablando?, ¿Por qué la sacrificarían? No tiene sentido.

— Darío: Ya descubrí los planes de Mathew, allá abajo, pude ver un diagrama, dónde estaban los aspectos más importantes del plan. Mathew quiere implantar en nuestra señora un embrión de demonio y usarla para que dé a luz a un mestizo, capaz de usar magia oscura y magia humana al mismo tiempo, convirtiéndolo en un ser invencible.

— Higor: ¿Qué? ¡No puede ser verdad! No pueden usar a Seredine, es la descendiente del 5to héroe.

— Darío: ese es el punto, Seredine es la única descendiente directa de los 7 héroes en nuestro Reino. Planean usar la herencia de la Diosa de la vida que pasa de generación en generación.

— Marcus: ¡debemos apresurarnos!

— Darío: debemos de salir de aquí e ingresar a la residencia que se encuentra en la parte posterior, está pasando la siguiente intersección.

— ???: ¿tienen prisa? Podemos tener una larga plática sobre lo que están haciendo aquí. Se escuchó una voz desde las sombras, un caballero de armadura negra salió desde las sombras inesperadamente.

Tiehny y los demás se detuvieron inmediatamente, maldiciendo en sus corazones.

— Darío: ¡Apártate de mi camino!, dijo mientras se lanzaba sobre aquél hombre, sacó su espada e intentó cortarle la cabeza.

¡Ting! Se escuchó un ruido metálico.

— ???: Débil, dijo en tono despectivo. Empujó su espada hacia adelante, provocando que Darío saliera tambaleandose hacia atrás.

— Tiehny: ¿Quién eres? No eres un caballero de Memphis. Esa armadura, es un producto de Nórdic, es Acero de Wyvern Gélido.

— ???: ¡JA JA JA! Increíble, al parecer entre ustedes hay alguien que si usa el cerebro. Mmm, ya que sabes de dónde soy, no tiene importancia si te digo mi nombre, porque igualmente, ¡morirás!

— Tiehny: Ja, inténtalo, veremos quién es el que morirá. Respondió, mientras desenvainó su espada y manifestó el aura alrededor de su cuerpo.

— ???: Ven, tú serás quién busque la muerte, mi nombre es Galo, espero que me entretengas hasta sentirme satisfecho.

— Tiehny: Darío, Marcus, sigan adelante, yo me encargaré de las cosas aquí. Higor quédate, encuentra el momento adecuado para atacar.

— Marcus/Darío: ¡Entendido! Respondieron al unísono mientras corrían en otra dirección.

— Higor: no te preocupes, terminaremos ésto rápido.

La tensión se apoderó del aire. Tiehny frunció el ceño y empuñó su espada con firmeza. Sabía que no podían permitirse una batalla prolongada. Su prioridad era la misión.

Galo soltó una carcajada y bajó su espada, girandola con pereza en su mano.

— Galo: Oh, así que tú serás mi oponente, qué decepcionante, se burló, avanzando lentamente.

Tiehny no perdió el tiempo. Se impulsó hacia adelante, su espada resplandeció en un arco veloz dirigido al cuello de Galo. Pero él, con una velocidad impresionante, inclinó la cabeza apenas lo suficiente para evitar el corte, como si hubiera predicho el ataque. En un movimiento fluido, dió la vuelta sobre su talón y lanzó un tajo horizontal.

Tiehny apenas tuvo tiempo de reaccionar. Bajó su espada en un intento de bloquear el golpe, pero la fuerza del impacto lo obligó a retroceder varios pasos. El estruendo del choque metálico retumbó por el pasillo.

— Galo: "Nada mal" admitió con una sonrisa forzada. Pero aún te falta mucho para alcanzarme.

Sin darle tiempo a recuperarse, Galo avanzó con una serie de ataques demoledores. Cada tajo era una demostración de fuerza bruta, obligando a Tiehny a esquivar y bloquear con todas sus fuerzas. Su respiración se volvió irregular. No podría mantenerse a la defensiva por mucho más tiempo.

En ese momento, Higor había desaparecido.

Galo, demasiado concentrado en su oponente frontal, no notó la presencia de la sombra que se movía silenciosa por el borde del pasillo. Con movimientos fluidos, Higor desenvainó sus espadas dobles y se deslizó tras el guerrero sin hacer un solo ruido.

El sigilo perfecto.

Con un destello de acero, Higor atacó desde la espalda de Galo, sus espadas buscando los puntos débiles de Galo. El filo de una de sus hojas apuntando hacia la abertura en el costado de su armadura.

Pero Galo sintió su presencia y con una velocidad antinatural giró su espada en un amplio arco y la llevó hacia atrás sin siquiera mirar. Higor apenas tuvo tiempo de dar un salto lateral, evitando por centímetros el ataque. Había sido frustrado su ataque sorpresa.

— Higor: ¡Tsk! Chasqueó la lengua y desapareció de nuevo en las sombras, su silueta se desvaneció como una brisa.

— Galo: ¡JA JA JA!, ¡De eso estoy hablando! Dijo riéndose sádicamente, palpando la pequeña herida que Higor había logrado infligirle en el costado. Sus dedos los llevo hasta su boca, lamiendo su sangre mientras reía y miraba a Higor de manera siniestra.

— Galo: ¡interesante! Eres un caballero con la habilidad de sigilo. Su expresión se torció, mientras volvía su mirada hacia Tiehny, quién ya se encontraba a un par de pasos de él a punto de atacarlo.

El combate continuó.

Tiehny aprovechó el momento para lanzar un corte directo a las piernas de Galo, obligándolo a moverse de su posición. Higor, en ese instante, emergió de la oscuridad con un ataque desde arriba, girando en el aire con ambas espadas listas para cortar.

Pero Galo, con una destreza impresionante, saltó sobre su eje y bloqueó ambos ataques al mismo tiempo. Su espada chocó con la de Tiehny, mientras su otro brazo detuvo una de las dagas de Higor con una placa de su armadura.

Un instante después, giró en el aire y lanzó una patada a Higor, haciéndolo retroceder, y luego lanzó un tajo ascendente hacia Tiehny.

El filo de su espada encontró carne.

Tiehny sintió un ardor punzante en su costado mientras la sangre corría lentamente desde una de las uniones de su armadura, respiraba con dificultad, apoyando una rodilla en el suelo y llevando una mano al corte.

Higor intentó aprovechar la distracción para atacar de nuevo, pero Galo, ya previendo su movimiento, abalanzó su espada rápidamente en su dirección, obligándolo a esquivar en el último segundo.

— Galo se quedó de pie, con su espada apoyada en el suelo y una sonrisa cruel en el rostro. ¿Eso es todo? Apenas estaba comenzando a divertirme.

Tiehny estaba impresionado, ellos eran dos caballeros de segunda categoría que fácilmente podrían enfrentarse a un caballero de primera categoría y vencer, aún así estaban en desventaja. Aunque Higor seguía ileso, sus ataques sorpresa habían fallado. Y ahora, Galo estaba más alerta que nunca.

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— Marcus: Darío, ¿Qué camino debemos tomar?

— Darío: ya estamos cerca, tenemos que buscar las escaleras al segundo piso, están en el salón principal de la residencia. Tenemos que cruzar éste pasillo y doblar a la izquierda.

— Marcus: Vamos, te seguiré de cerca.

Ambos corrieron alrededor de 50 metros, hasta cruzar en la entrada del salón.

Al girar, ambos se detuvieron bruscamente. Ante ellos, las escaleras que conducían al segundo piso estaban custodiadas por un grupo de caballeros armados.

Seis espadachines con armaduras ligeras formaban una línea defensiva, con espadas en mano listas para el combate. Detrás de ellos, dos arqueros ya tenían sus flechas encordadas, listos para disparar en cuanto hicieran un movimiento en falso.

— Marcus: Maldita sea... Resopló, ajustando su agarre sobre el mango de su martillo. Esto no será fácil.

Darío entrecerró los ojos, analizando la posición de los enemigos. La distancia hasta los arqueros no era tanta, pero debía atravesar la formación enemiga.

— Darío: No hay tiempo para dudar. Vamos.

Sin más aviso, Marcus avanzó primero, su aura cubrió su cuerpo, levantando su escudo al frente y cargando como un muro viviente contra los espadachines. Uno de ellos intentó frenar su embestida con su espada, pero la fuerza bruta de Marcus lo derribó como si fuera un muñeco de trapo.

— Marcus: ¡Ahora!.

Darío no perdió el tiempo. Aprovechando el caos, se inclinó hacia adelante y, con un solo impulso, saltó por encima del combate.

Los espadachines intentaron reaccionar, pero su velocidad era superior. En el aire, esquivó una flecha que pasó rozándole el brazo y aterrizó justo frente a los arqueros. Antes de que pudieran siquiera alzar sus arcos, Darío ya estaba sobre ellos.

Su daga derecha se hundió en el hombro del primer arquero, haciéndolo soltar un grito ahogado mientras su arco caía al suelo. Con un movimiento fluido, giró su cuerpo y propinó una patada brutal en la cabeza del segundo arquero, enviándolo al suelo, perdiendo el conocimiento.

Los espadachines que quedaban intentaron girarse para ayudar a los arqueros, pero Marcus no lo permitió. Levantó su martillo y con un golpe ascendente destrozó la guardia de uno de los soldados, enviándolo volando varios metros hacia atrás.

Un enemigo intentó flanquearlo por la derecha, pero levantó su escudo en el último momento, desviando la estocada y respondiendo con un golpe devastador que hizo crujir la armadura del atacante.

—Marcus: Darío, no pierdas más tiempo aquí. Sigue adelante, yo me encargo de estos idiotas.

Darío retiró su daga del cuerpo del arquero y miró a Marcus por un momento. Sabía que su compañero era una fortaleza en combate, capaz de resistir a varios enemigos sin ceder terreno.

— Darío: No tardes en alcanzarme. fue lo único que dijo antes de girarse y correr hacia las escaleras, dejando atrás la lucha en el salón.

Mientras ascendía, escuchó el estruendo de otro golpe del martillo de Marcus y los gritos de los caballeros. Sabía que el tiempo apremiaba.

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Darío corría por los pasillos de la residencia, su corazón golpeaba con fuerza en su pecho, impulsado por la urgencia de encontrar a Seredine. Sabía que no podía permitirse un solo error.

Llegó hasta la habitación donde debía estar su señora y empujó la puerta con fuerza. Entró decidido, listo para cualquier enfrentamiento.

Pero el vacío de la habitación lo golpeó como un puñetazo en el estómago.

La cama estaba deshecha, las cortinas rasgadas y, en el suelo, un trozo del vestido de Seredine. Ella no estaba allí.

Darío frunció el ceño y escaneó el lugar. Algo estaba mal.

Un aroma extraño flotaba en el aire, algo que no pertenecía al polvo ni a la madera vieja de la residencia. Era dulce y empalagoso, pero con una esencia extraña que le hizo arrugar la nariz.

Se acercó a una pequeña mesa donde yacía una jarra de té volcada, con restos del líquido aún esparcidos sobre la superficie. Un par de copas de porcelana estaban rotas a su lado.

Tomó un poco del líquido con los dedos y lo olió. Su expresión se oscureció.

—Un sedante… y algo más.

Lo entendió de inmediato. Era una combinación peligrosa: un potente sedante con un afrodisíaco. Quienquiera que se la haya llevado, la quería completamente indefensa.

El coraje se encendió en su pecho. Sus dedos se cerraron en un puño tembloroso. No solo la habían secuestrado… habían planeado esto cuidadosamente.

Antes de salir de la habitación, algo más llamó su atención: pequeñas gotas de sangre en el suelo.

La rabia lo consumió.

"No permitiré que esto quede así."

Dio media vuelta y salió de la habitación a toda velocidad. Tenían que encontrarla antes de que fuera demasiado tarde.

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Al llegar a las escaleras, vio a Marcus apoyado contra la pared, su armadura tenía varias abolladuras y cortes. Su respiración era pesada, pero aún se mantenía firme.

Al verlo, Marcus enderezó su postura y lo miró fijamente.

—¿Y bien? ¿Dónde está?

Darío apretó los dientes. No tenía palabras para responder. Había fallado.

El silencio fue suficiente para que Marcus comprendiera. Golpeó la pared con su puño, su expresión llena de frustración.

— Marcus: ¡Maldición!

— Darío : Si salen de la ciudad con ella, no volveremos a verla. Respondió con voz tensa.

Marcus respiró hondo y asintió.

— Marcus: Entonces vámonos.

Sin perder tiempo, corrieron de regreso al punto donde habían dejado a Tiehny y Higor.

Pero al llegar, la escena ante ellos los dejó helados.

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Tiehny e Higor estaban de pie, pero apenas se mantenían. Sus cuerpos estaban cubiertos de cortes y sangre. Sus respiraciones eran pesadas, sus rostros marcados por el agotamiento.

Higor, en particular, tenía una herida grave en su brazo izquierdo, de la que aún goteaba sangre.

Marcus corrió hacia él y colocó su mano sobre la herida, canalizando su energía Aurora para cerrar la hemorragia.

Darío escaneó rápidamente la escena y notó que su enemigo también había sido herido. En su abdomen, una daga seguía incrustada, la marca de la ofensiva final de Higor.

El hombre apretó los dientes y se tambaleó, retrocediendo varios pasos antes de girarse y escapar apresuradamente.

Marcus lo vio irse, pero no hizo nada por detenerlo. "No tenemos tiempo para pelear" pensó.

— Tiehny respiró hondo y miró a ambos con el ceño fruncido. ¿Qué pasó? ¿Encontraron a Seredine?

Higor, aún sosteniéndose el brazo, los miró con la misma expectativa.

Darío y Marcus intercambiaron miradas.

— Darío: No estaba allí. Respondió con voz tensa. La secuestraron.

Un silencio pesado cayó sobre el grupo.

— Tiehny: Mierda... murmuró, apretando los dientes.

Higor frunció el ceño y bajó la cabeza, su puño derecho temblaba de furia.

— Tiehny: No podemos perder más tiempo. La encontraremos, Ahora. Se irguió y miró a todos con determinación. No vamos a dejar que este sea el destino de Seredine.

Nadie protestó. Solo asintieron.