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Chapter 74 - Memorias del asesino 13

Fullman se encontraba dentro de la casa leyendo un grimorio roído con dificultad cuando levantó los ojos al sentir algo fuera de lugar. Al instante dejó su libro a un costado y se levantó.

Cuando el mago oscuro abrió la puerta de la casa abandonada, afuera acababa de llegar Lufa totalmente cansado. Su ceño se frunció cuando vio un grupo de diez personas que llegaban claramente siguiendo al chico.

–¡Al fin dejaste de correr! –mencionó el carnicero, jadeando con pesar.

El grupo de personas se fijaron que se encontraban en una casa que no conocían y parado en la entrada estaba un hombre refinado mirándolos con desdén. Por su pinta podían tomarlo como un noble.

–Señor, ¿este tipo trabaja con usted? –preguntó cortésmente el carnicero, buscando con la mirada a más gente.

El carnicero tenía miedo a los nobles ya que siempre tenían guardias para protegerlos. Fullman pareció darse cuenta de ese hecho.

–No sigas mirando, no hay nadie más en esta casa.

El hombre gigantesco se quedó anonadado, antes de comprender lo que trataba de decirle Fullman. Como haciendo gala de su estupidez, el carnicero confió plenamente en sus palabras y se relajó, incluso cambiando totalmente su manera de hablar.

–¡Dame a ese tipo! –ordenó – ¡Y saca todas las cosas de valor que tengas dentro!

Sus hombres se acercaron a Lufa quien recuperaba el aliento en silencio.

Fullman mantuvo los brazos cruzados desde el principio. Ahora parecía bastante divertido, como si estuviera viendo una obra de teatro.

–¿Tú los trajiste? –le preguntó a Lufa.

–Te traje más gente para experimentar como me ordenaste –mencionó, repitiéndolo también en su mente para que la marca no se activara.

–Mmm. Ya veo. Parece que a partir de ahora debo dar instrucciones más específicas –comentó casualmente.

Lufa apretó los dientes. Lo que más le molestaba es que a Fullman no parecía molestarle la presencia de los tipos.

–¡Oye imbécil! ¿¡No me escuchaste!? –el carnicero habló con dureza al sentirse ignorado.

Fullman suspiró con exasperación. Levantó una mano antes de recitar:

–Mortu encatra.

Casi instantáneamente la oscuridad de la noche se hizo aún más oscura y desde las sombras salieron cadenas negras que se enredaron en los cuerpos de todas las personas.

La mirada de terror de todos fue evidente.

–¡Espera! - ¡Lo siento! –¡Por favor déjame ir!

Los ruegos y disculpas no se hicieron esperar. Los bandidos se dieron cuenta de que estaban tratando con alguien poderoso.

Fullman no se inmutó. Parecía como si estuviera tratando con insectos. Su única respuesta fue el movimiento de su mano apretándose en un puño.

Lufa sintió pavor cuando una serie de crujidos se escucharon y la sangre regó la tierra y los árboles.

Fullman asesinó a todos en un parpadeo.

–¡Basta! –se oyó desde un costado.

Lufa vio que el carnicero aún seguía vivo. De sus manos salía una luz tintineante de color celeste.

–¿Oh? –Fullman lucía sorprendido – Así que eres un mago.

–Por favor no me mates –rogó el carnicero.

El rostro del bandido estaba totalmente rojo por aguantar la presión de las cadenas del mago oscuro.

Lufa sintió una oleada de escalofríos cuando sintió la penetrante mirada de Fullman, y se incrementó cuando este último puso una sonrisa retorcida.

–Te daré una oportunidad –Fullman relajó su puño.

–¡Gracias! ¡Gracias! ¡Haré lo que quieras! –declaró arrodillándose.

La figura del hombre gigantesco arrodillado era bastante peculiar y bastante divertida, pero no hubo risas, por el contrario, solo existía un ambiente de terror extremo.

–Es sencillo. Solo debes matarlo – Fullman señaló a Lufa.

Lufa se quedó estupefacto.

–¿Qué? No pongas esa cara de desconcierto. No es difícil de entender. Quien gana vive, es así de sencillo.

El carnicero lucía algo dudoso, pues creyó que Lufa trabajaba para aquel aterrador mago.

–Que esperan. ¡Comiencen! –ordenó.

El hombre robusto no perdió más tiempo y se abalanzó con su gigantesca hacha hacia Lufa. Cuando estuvo frente al chico inerte blandió su hacha dirigida al pecho.

Lufa, por su parte, al sentir el sentimiento de muerte, agachó su cabeza lo más rápido que pudo para esquivar.

El silbido del viento debido a la gigantesca hacha casi lo deja sordo. Y si no esquivaba a tiempo lo dejaba sin cabeza.

En ese momento se dio cuenta de que aquella situación irreal realmente ocurría. Solo una idea cruzó por su mente ¡Matar o morir!

Lufa rodó por el suelo esquivando el hacha del carnicero y se acercó hacia los cuerpos muertos de los delincuentes. Su mano se movió con rapidez hacia uno de los cuerpos aplastados y robó un cuchillo tirado.

Con aquella arma Lufa intentó asestarle un golpe al carnicero, pero fue en vano.

Aunque el cuerpo del bandido era gigantesco, sus movimientos eran ágiles. No tanto como para igualar la velocidad de Lufa, pero sí para esquivar sus ataques burdos.

La pelea consistió en intentar asestar golpes y esquivar.

Fullman miraba el intercambio con diversas ideas en mente.

Con un movimiento poco convencional, Lufa aprovechó la fuerza que puso el hombre al blandir su pesada hacha para hacerle un pequeño corte en la espalda mientras intentaba recuperar su equilibrio.

Lamentablemente, el corte no fue profundo y solo logró marcar una delgada línea roja.

La montaña de carne se enojó completamente y comenzó a girar su cuerpo con locura hacia todas partes.

Lufa tomó eso como una bendición. Mantuvo una postura baja y esquivaba rodando por el suelo. Eventualmente el hombre se iba a cansar.

Cuando el tipo dejó de girar, Lufa notó que la respiración de su oponente era pesada.

Fue en ese momento que aprovechó y comenzó a clavar el cuchillo en diferentes partes del cuerpo, pero, como no tenía mucha experiencia, los cortes no fueron mejores que el primero.

La balanza de la victoria fue inclinándose hacia Lufa. Él mismo lo sentía.

Prion desde los árboles apretaba los puños rezando por esa victoria.

En uno de los intentos desesperados del carnicero por asestar su hacha quedó completamente dando la espalda a Lufa.

Los latidos del corazón de Lufa se aceleraron.

Su mente solo gritaba una cosa: ¡Matar!

Su agarre se intensificó y, con toda la fuerza posible en ese momento, clavó el cuchillo en la nuca del hombre.

–¡Bien! –gritó Prion.

La alegría genuina que sentía se desvaneció al presenciar que el filo no llegó a clavarse en la nuca del hombre. Un brillo plateado lo detenía.

Lufa se quedó estupefacto. Había olvidado que ese tipo usó lo mismo para bloquear a Fullman.

La sonrisa brutal del carnicero se hizo visible.

Lufa pisó con fuerza para propulsarse hacia atrás, pero, antes de poder lograrlo, el hacha avanzó hacia su cuerpo.

Instintivamente escapó del filo intentando desviarlo con su cuchillo, pero no pudo hacerlo totalmente. Sintió como si un árbol lo hubiera golpeado.

Lufa voló por algunos metros antes de caer pesadamente al suelo.

La parte metálica sin filo lo golpeó en el pecho.

Sin aire en sus pulmones, Lufa no tuvo fuerzas para moverse.

El gigantesco hombre no perdió el tiempo y corrió hacia Lufa tirado en el suelo.

Por otro lado, Prion, sin pensarlo dos veces, salió corriendo para ayudar a Lufa.

El hombre levantó su hacha hacia el cielo, listo para rebanar el cuerpo de su oponente a la mitad.

Prion no iba a llegar a tiempo.

El viento zumbó por el hacha que caía a gran velocidad.

Lufa cerró los ojos.

Unos segundos pasaron y el corte nunca llegó, así que los párpados de Lufa se levantaron con lentitud.

A centímetros de él vio un hacha detenida por sombras oscuras.

–¡Señor mago! ¡Ese no fue el trato! –el carnicero levantó la voz mientras retrocedía lentamente.

–Cambié de opinión en el último segundo –respondió Fullman con una sonrisa.

Con esas palabras el carnicero supo que su destino estaba sellado, así que corrió sin mirar atrás.

Fullman solo levantó la mano y apretó el aire.

La cabeza del tipo explotó. El hechizo de Fullman estuvo listo desde el inicio.

Lufa no pudo entender que es lo que pasaba, al igual que Prion.

–Tienes buenos sentidos –mencionó el mago oscuro casualmente.

Lufa solo se quedó observándolo sin expresión alguna.

–Regocíjate muchacho. A partir de hoy te voy a enseñar magia.

Con esas palabras Fullman dio la vuelta y caminó lentamente, desapareciendo en la puerta de la casa como si nada hubiese ocurrido.