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Chapter 73 - Memorias del asesino 12

Con el cuerpo de Lufa en un estado deplorable de debilidad, a Prion no le quedó otra opción más que llevar a un moribundo de los barrios bajos para los experimentos de Fullman. Eso ocasionó que el mago terminara golpeándolo.

El esclavo ya estaba acostumbrado.

Solo bastaron unos días para que Lufa despierte totalmente recuperado, incluso la herida de la última vez estaba cicatrizando de manera absurda.

Una semana después volvieron a las calles para terminar con el trabajo de atrapar al carnicero o sus secuaces.

De las habladurías de la gente sin hogar se enteraron de que el carnicero estaba buscando como loco a su hijo, sin saber que este ya era una pila de desechos pudriéndose a espaldas de una casa a las afueras de la ciudad.

Todos los delincuentes de la zona buscaron en todos los rincones del territorio del carnicero sin dejar ni una sola casa sin revisar.

Los que vivían en los barrios bajos solo se limitaron a cooperar sin oponerse. No podían hacer nada más, pues una palabra de protesta podría causarles la muerte.

Lufa y Prion caminaron entre toda la mugre del lugar donde el sol no llegaba.

Como sus caras, ropas y semblantes se asemejaban a los habitantes de los barrios bajos pasaron completamente desapercibidos. O eso era lo que creían.

–¡Ustedes! –se escuchó una orden proveniente de sus espaldas.

Todas las personas voltearon con miedo, solo para ver que el tipo con cicatrices en el rostro apuntaba a Prion y Lufa.

–¿Sí? – Prion fue el primero en responder.

–A ustedes los he visto hace algunas semanas aquí, pero no he revisado dónde viven aun –avanzó con pasos firmes.

–No tenemos hogar –Prion respondió sin dudarlo.

El hombre observó a Prion de arriba hacia abajo.

Efectivamente, Prion parecía una persona que no había comido hace tiempo. Su piel estaba pegada a sus huesos y su rostro sucio señalaba que llevaba tiempo sin lavárselo. Además, tenía llagas en el cuerpo por sus cadenas, lo que hizo que asintiera en comprensión.

Cuando el hombre giró hacia el cuerpo de Lufa vio todo lo contrario. Su piel tenía rastros de cicatrices por objetos afilados. Aunque su rostro y ropa estaban tan sucias como su compañero, su cuerpo no parecía tan delgado como él, incluso podía ver algunos músculos.

–Él no parece ser un vagabundo –señaló a Lufa.

Prion estuvo a punto de abrir la boca cuando Lufa respondió:

–Te llevaré a donde vivo.

El hombre y Prion se quedaron sin palabras mientras Lufa comenzó a caminar hacia la salida del pueblo.

–¿Hablas en serio? –Prion preguntó en voz baja, acercándose a Lufa para que el tipo no lo escuche.

–Este tipo también es una basura. Si se está ofreciendo, por qué negarnos.

Prion se quedó pasmado.

–¿Vives por aquí? –preguntó el hombre al salir de la ciudad.

–Está a unos minutos de aquí.

 –¡Bastardo apestoso! ¿¡Estás jugando conmigo!?

Lufa aprovechó el momento de molestia del tipo para asestarle un golpe con el puño en la nariz.

El hombre solo reaccionó después de ser golpeado, llevándose la mano a la cara para detener el sangrado inmediato.

Con los ojos cerrados por el dolor no se percató del siguiente movimiento de Lufa.

Una patada en la entrepierna con brutalidad fue suficiente para dejarlo en el suelo.

Para terminar su labor, Lufa le dio una patada en la sien, dejándolo totalmente noqueado.

Sin perder el tiempo, Prion desdobló el saco negro y ágilmente metió al tipo dentro.

Lufa y Prion desaparecieron entre los matorrales y árboles arrastrando a su víctima.

Días más tarde, Fullman había acabado con sus experimentos, así que era momento de llevar a más personas.

Lufa y Prion salieron nuevamente a buscar delincuentes, pero esta vez tenían que ser muy precavidos pues estaban seguros de que la vigilancia del carnicero sería mayor por haberse llevado a uno de sus esbirros ante la vista de muchos testigos.

Lamentablemente, eran órdenes de Fullman, así que debían obedecer.

Cuando llegaron a las afueras de los barrios bajos, Lufa habló:

–Quédate aquí.

Prion normalmente usaba el tiempo que Lufa secuestraba para socavar más información, pero esta vez la orden severa lo dejó sin palabras.

–Si algo sale mal solo correré. Tienes que estar atento para escapar –Sin mirar atrás, Lufa avanzó, fundiéndose en la oscuridad.

El estado de aquel lugar era el de siempre. Había gente durmiendo a la intemperie, tapándose con telas huecas y tan sucias como las calles que olían a mierda.

La mayor parte de la gente solo tenían la luz de las estrellas para alumbrarse en las noches, mientras que en los bares y zonas de juegos protegidos por el carnicero estaban iluminados con velas o lámparas. Lufa se dirigía hacia esos lugares.

Lufa se detuvo en uno de los callejones cercanos por donde pasaba la gente. Su cuerpo se agachó, cubriéndose en la sombra de unos barriles con basura. Lufa no se inmutó pese al olor pútrido, tan solo se quedó sin expresión, esperando a que uno de los bandidos señalados por Prion pasara.

El tiempo pasó rápidamente.

Decenas de minutos más tarde salió un joven desaliñado tambaleándose. Su cuerpo con el torso desnudo tenía marcas rojas por los besos de las prostitutas.

Lentamente se acercó al lugar.

Lufa se había escondido estratégicamente allí, pues era el lugar a donde los clientes de los bares se acercaban para expulsar todo el alcohol que habían bebido.

Aquel muchacho ebrio no se percató de que estaba a punto de ser golpeado, tan solo caminó tontamente con una sonrisa depravada en su rostro sonrojado por el licor. Se adentró a la parte más oscuras del callejón antes de bajarse los pantalones.

Lufa apareció como un fantasma detrás del tipo.

Con toda la fuerza que pudo conseguir, el puño de Lufa alcanzó una velocidad impresionante. Lamentablemente, el cuerpo tambaleante del tipo se movió más casi cayendo hacia adelante debido a su ebriedad.

Aunque el golpe le llegó de lleno en la cabeza, el lugar que Lufa golpeó no fue el adecuado para noquearlo.

El joven, quien en ese momento se encontraba en el suelo y con la cabeza más mareada que antes, no intentó levantarse y pelear como los otros delincuentes con quien Lufa había tratado, sino que se puso a gritar.

–¡Está aquí! – vociferó.

Las calles, que hasta hace un momento estaban plagadas de conversaciones fuertes y algo de música, con el grito del tipo, quedaron en total silencio.

Aunque Lufa ya había noqueado al chico con una patada, sintió una premonición negativa y escapó sin pensar siquiera en llevárselo.

Desde los bares salieron muchos delincuentes que comenzaron a perseguir a Lufa.

Más gritos se escucharon desde todas las direcciones.

–¡Atrápenlo!

Como un gato, Lufa escapó saltando muchas vallas y paredes. Usó toda su velocidad para correr fuera de la ciudad.

Algunos de los delincuentes no pudieron seguir el paso de Lufa, solo alcanzaron a ver por dónde se iba.

Cuando Lufa estaba por cruzar la última calle de los barrios bajos notó que en la salida lo esperaba un grupo armado. Encabezándolos estaba un tipo bastante grande y robusto con un hacha gigantesca. Era el carnicero.

–¡Mierda! –Lufa escupió al suelo.

Sin detenerse, Lufa corrió hacia aquel grupo que lo esperaba con miradas desagradables.

Algunos de ellos colisionaron con Lufa intentando detenerlo, pero, como un profesional, este saltó como un profesional y esquivó las dagas entrantes.

Más y más bandidos se unieron para detenerlo sin éxito.

Por su parte, Lufa no terminó completamente ileso. Su cuerpo y ropas estaban rasgadas con sangre chorreándose como hileras.

Lufa corrió dirigido hacia la residencia temporal de Fullman.

Entre los árboles, Prion estaba completamente asustado, viendo como Lufa se llevaba a toda esa gente hacia el mago oscuro.

–¡Idiota! ¡Hacia dónde estás escapando! –apretó los dientes con los puños apretados.

Mandando todo al demonio, el esclavo también comenzó a seguirlos entre las sombras.

El pecho de Lufa subía y bajaba con rapidez. Estaba en su límite, pero necesitaba llevar a los tipos a donde se encontraba Fullman.

La idea de que pudiera generar problemas para Fullman siempre estuvo en su cabeza, pero trataba de reprimirlas para no sufrir por la marca.

Esta vez fue lo mismo.

Dentro suyo repetía una y otra vez lo mismo:

–Estoy llevándole gente a Fullman. ¡No es traición! Solo cumplo órdenes.