Lufa caminaba lentamente, sangrando y llevando un saco con un bandido dentro.
Saliendo del barrio pobre llegó al límite de la pequeña ciudad.
En todo el año que pasó llevando gente a Fullman no fue cohibido de ninguna manera, pudiendo entrar y salir de los lugares que residían en las noches sin vigilancia. Eso llevó a Lufa a tener pensamientos de buscar ayuda hace unos meses.
Gran error.
Aquel día, y a diferencia de las anteriores veces que fue torturado, al tener pensamientos contra Fullman, el dolor de la marca se impregnó en sus huesos, haciendo que sea más insoportable que nunca.
–Imbécil –gritó Prion quien estaba a su costado en ese entonces al verlo palidecer y caer al suelo– ¡borra los pensamientos que tenías en este momento o morirás!
Lufa aprendió de la peor manera que las marcas talladas en su espalda estuvieron bien pensadas.
–Lufa, escúchame muy bien. Si quieres sobrevivir no tengas pensamientos de rebelión. Solo un mago por encima de Fullman podría ayudarnos. ¿Tú crees que en estas ciudades alejadas habrá alguien mejor que él?
Lufa jadeaba con dificultad mientras escuchaba con atención las palabras del esclavo.
–¿Sabes que es lo peor? Aún si encontráramos a un mago poderoso, el solo intento de descifrar la seguridad que puso Fullman en la marca podría terminar en nuestra muerte. Lo sé porque ya pasó una vez –el rostro de Prion se contrajo en una mueca desagradable –. Alguien murió de la misma forma antes.
Lufa apretó los dientes con rabia.
–Y será mucho peor en tu caso, ya que … no es una marca que se pueda borrar.
Desde entonces Lufa mantuvo sus pensamientos en calma, pero cada tanto trataba de verificar hasta dónde era el punto que su maldición pudiera actuar. Con ello se dio cuenta que las causas "accidentales" no surtían ningún efecto.
Si en un descuido matara a Fullman entonces la marca no causaría ningún rebote, o al menos eso era lo que pensaba.
Incluso ahora, después de un año entero, tenía la misma idea.
Lufa dejó sus pensamientos de lado y siguió arrastrando al rehén dentro de su saco.
–Lufa – La figura de Prion apareció detrás de un árbol.
El esclavo se percató de que Lufa caminaba más lento de lo normal. Lo siguió con la mirada hasta que la luz de la luna iluminó su cuerpo cansado y vio el líquido saliendo de su pierna que tenía una abertura del tamaño de una mano adulta.
–¿¡Que te pasó!? –exclamó.
–Una pequeña herida –respondió.
Casi de inmediato, Prion sacó un pedazo de tela y la enrolló en su pierna para detener el sangrado.
–Deberías dejar de pelearte con los bastardos más fuertes.
No recibió respuesta.
Prion tenía muy clara la terquedad de Lufa.
Habían pasado por diferentes ciudades pequeñas y capturado a la escoria que atormentaba a los débiles en los barrios bajos.
Las veces iniciales Prion acompañó a Lufa en la pelea y captura, pero, lamentablemente no era bueno para golpear gente ya que era demasiado débil.
Luego de prueba y error tuvieron sus posiciones listas. Prion buscaba información al llegar al pueblo o ciudad nueva. Su trabajo constaba de acechar a aquellas basuras que oprimían a la gente y no les importaba nada.
Para hacer el trabajo de Lufa más sencillo, Prion analizaba el patrón de los bandidos y le avisaba en qué lugar debería atacar. Claro que Lufa los capturaba solo, pues las cadenas de Prion hacían demasiado ruido que eliminaba el factor sorpresa de la operación.
Justo en el tiempo que Prion estaba acostumbrándose, Lufa llegó con pedidos cada vez más extremos, queriendo capturar a los líderes de esas bandas criminales.
Poco a poco Lufa fue escalando de nivel.
Esta vez Lufa había llegado con una gran herida. No era nada en comparación con los golpes que había recibido en anteriores ciudades.
Prion estaba seguro de que Lufa seguiría peleando con criminales cada vez más peligrosos y tenía miedo de que la siguiente vez no tuviera tanta suerte.
–Deberías dejar de buscar a las cabezas –suspiró Prion –. Si quieres salir la siguiente vez puedo ayudarte en algo.
–Eres demasiado débil, serías un estorbo.
Prion no respondió.
En ese momento el saco comenzó a mostrar signos de movimiento.
Lufa pateó sin piedad al lugar donde supuso estaba la cabeza del bandido. Al instante dejó de moverse.
–¿Estuvo solo? –preguntó Prion.
–No fue el carnicero a quién encontré.
- ¿Qué? Entonces, ¿a quién capturaste?
–Creo que es su hijo. Estuve esperando al carnicero en la esquina donde siempre lleva a las mujeres, pero no lo vi. Solo llegó este tipo –mencionó mientras pateaba nuevamente al saco –. Fue una pelea bastante dura, este bastardo estaba drogado y parecía no sentir mis golpes. Cuando cayó al suelo se volvió a levantar para hacerme esta herida.
–Si el carnicero se entera estará demasiado enojado. Será mejor que nos vayamos antes de que comiencen a buscarlo.
Con esas palabras se alejaron del lugar, dirigidos hacia la casa donde residía Fullman.
Al tirar el saco frente al mago oscuro ambos bajaron la cabeza para no ser maldecidos o golpeados.
Fullman se acercó lentamente y desató el nudo con magia oscura. Sacando al hombre capturado lo hizo girar con sus sombras para observarlo detenidamente.
Una sonrisa radiante como un niño se dibujó en su pulcro rostro.
–Ustedes hacen cada vez un mejor trabajo. No parecen tan inservibles ahora.
Ambos mantuvieron sus cabezas bajas sin moverse.
Fullman hizo un puño con su mano, presionándola fuertemente.
La sombra que tenía forma de garra presionó el cuerpo del hombre quien despertó y aulló de dolor.
–¡Mierda! ¡Qué crees que haces! –maldijo con la cara roja –¡Mi padre es el carnicero! –espetó, dándose cuenta de su situación y buscando infundir temor.
Fullman, tan estoico como siempre, solo le dedicó una mirada antes de comenzar a experimentar con su cuerpo.
Los gritos se hicieron cada vez más fuertes y guturales.
La sangre comenzó a chorrear e impregnarse en toda la habitación.
Prion y Lufa retrocedieron lentamente con la cabeza baja, escapando de la atención de Fullman para desaparecer.
–¡A dónde crees que vas!
La voz serena de Fullman tensó el cuerpo de Lufa, quien levantó ligeramente los ojos.
El mago oscuro lo observaba por encima de sus anteojos caídos.
–Acércate, te ayudaré a volverte más fuerte –sonrió ligeramente, orgulloso, sintiendo que estaba haciendo un gran favor.
El cuerpo de Lufa tembló por el miedo, pero igual avanzó hacia Fullman quien le puso una mano en el hombro.
Aquel día Fullman volvió a experimentar con Lufa.
Cada cierto tiempo, el mago oscuro probaba algunos hechizos e información nueva en el cuerpo de Lufa.
No era tan común gracias a que tenía siempre gente para experimentar, pero, cada que tenía una nueva idea antes probada, usaba a Lufa como experimento final.
En el último año Lufa había sido tratado por Fullman cinco veces. Todas esas veces para inyectarle un líquido fusionado con la sangre de los bandidos capturados. Esta vez no fue la excepción.
Lufa soportó el sufrimiento del intercambio. Para cuando amaneció se encontraba tendido en el piso sin fuerzas. Prion lo sacó a rastras por pedido de Fullman.
La habitación donde Lufa fue llevado era una habitación sin terminar, totalmente desprovista de comodidades.
Prion puso a Lufa entre pedazos de tela que encontró en esa casa.
Él no entendía qué motivaba a Lufa a seguir vivo.
Las torturas ocasionadas por Fullman podría volver en un cobarde hasta al más fuerte, pero Lufa lo resistió con una convicción aterradora.
El cuerpo hirviente de Lufa tendido comenzó a tener espasmos.
Prion se quedó presionándole el pecho, esperando su mejora, tal como las veces anteriores.
Por otro lado, en otra habitación.
El mago oscuro anotó muchas cosas en las páginas de su bitácora.
–¡Que maldito monstruo! –dijo con sorpresa – Lezeras me trajo algo tan bueno Jaja –rio con ganas.
Volviendo a revisar su libro, comparaba sus anotaciones anteriores con las actuales, lo cual le provocaba aún más éxtasis.
–Así que su sangre es bastante especial –murmuró.
Un vial lleno de un líquido rojo como la lava yacía entre sus delgados dedos.
–No solo su cuerpo es resistente, sino que su sangre es inhibidora de mana natural –comentó mientras jugueteaba con el pedazo de vidrio.
De las pruebas hechas por Fullman en un principio todas arrojaron la misma respuesta: Lufa tenía un cuerpo demasiado fuerte, pero a su vez maldito para no contener mana. O eso era lo que creía.
Fullman hizo muchos experimentos más con su cuerpo, pero no llegó a encontrar algo extraño aparte de su regeneración absurda. Las cosas cambiaron cuando le tocó trabajar con su sangre.
El líquido vital de Lufa fue intercambiado poco a poco en todo este tiempo y rindió sus frutos, ya que, ahora era capaz de manipular el mana. Lo más probable era que si su sangre se cambiara totalmente, entonces el mana podría ser trabajado como una persona normal.
A Fullman no le importaba nada lo que le sucediera a Lufa. Para él, sus investigaciones eran lo prioritario.
–Aunque no estaría de más tener un mago como recadero –rio mientras subía sus anteojos hasta posicionarlos correctamente.