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Chapter 68 - Caos en la fiesta

Al abrir sus ojos, Lufa percibió que su cerebro era más pesado de lo normal. Algunos recuerdos pasados ingresaron a su nublada mente.

Apoyándose con las manos, curvó su cuerpo para sentarse, lo que le ocasionó un ligero mareo.

–No puede ser –murmuró con pesar.

Él era demasiado débil con el alcohol y recordaba haber provocado muchos problemas al grupo en su vida anterior.

Rápidamente salió de la cama y bajó al primer nivel de la casa.

–Ni siquiera recuerdo como llegué aquí –arrugó su ceño en contemplación.

Miena se encontraba leyendo algunos libros regados en la mesa. Al sentir el movimiento a sus espaldas volteó incoscientemente.

Lufa vio como los labios de Miena intentaron curvarse en su sonrisa habitual, pero se tensó al recordar algo, mostrándose bastante incómoda, lo que le hizo desviar la mirada.

–Deberías comer algo –mencionó con la voz temblando –. Hay algo de sopa en la olla.

Su ceño se frunció aún más.

–Sí –respondió.

Sus manos se movían con indiferencia llevando la sopa de carne a un plato de madera mientras su cabeza hacía un esfuerzo sobrehumano para recordar lo que sucedió el día anterior.

Sus pensamientos fueron interrumpidos con el golpeteo de la puerta.

Miena dio algunos pasos y la abrió.

Paradas afuera se encontraban Abigail y Clorinde.

–Buenas tardes, hermana Miena –saludaron ambas chicas.

–Hola Abi. Hola Clorinde –respondió felizmente.

–¿Está Lufa?

–Adentro –respondió luego de un silencio incómodo.

Lufa escuchó los saludos y salió al instante olvidándose totalmente de la sopa.

–Hermana, voy a salir un rato con ellas –habló –cuando regrese terminaré de comer.

Sin esperar respuesta alguna, salió empujando al dúo de chicas.

Los tres se movieron hacia la parte trasera de la casa. Cruzaron las vallas. No les tomó mucho tiempo llegar al montículo de leña recién trabajada junto a los árboles que serán talados más adelante, antes del invierno.

Sentándose sobre uno de los troncos caídos, Lufa preguntó –Bien señoritas, díganme que pasó ayer.

Ambas tuvieron un duelo de miradas por algunos segundos.

–Bueno… – Clorinde tenía una expresión dubitativa –¿hasta dónde recuerdas?

–Hasta el momento donde me sacaste a bailar.

–¡¿Desde el inicio?!

Lufa asintió algo avergonzado.

Clorinde suspiró con resignación.

–Luego de notar que estabas algo ebrio te llevamos de vuelta a los asientos. Al inicio no pasó nada malo, hasta que Miena salió a bailar contigo.

Lufa frunció el ceño. No recordaba absolutamente nada.

–Los problemas llegaron cuando el sobrino del jefe te vio bailando con ella, así que se acercó para intercambiar parejas, insistiendo bastante. En ese momento nos acercamos porque sentíamos que iba a ir mal –Clorinde suspiró nuevamente –. Y pasó exactamente eso.

–Jeje –Abigail estaba a punto de estallar a carcajadas, pero se llevó las manos a la boca y presionó con fuerza.

El día anterior.

–Miena, ¡bailemos! –Trenor interrumpió en medio del baile.

Lufa y Miena se detuvieron al instante y giraron hacia el tipo sonriente con el rostro sonrojado.

Con la mirada fija de todos los pobladores en ellos, Miena dudó.

– Trenor, bailemos luego, ¿sí?

La respuesta de Miena provocó que el tipo curvara sus labios, mostrando aún más sus dientes, pero, parecía no ser suficiente.

–Intercambiemos parejas ahora, no esperemos más –insistió triunfante.

La joven que era pareja de Trenor lucía decepcionada, pero al sobrino de Crinar parecía no importarle en lo mínimo.

Los pobladores comenzaron a hablar entre ellos, murmurando y riendo sobre la situación. Debido al alcohol y la música sus voces fueron lo suficientemente fuertes para ser escuchadas por la joven quien se avergonzó aún más.

Justo en el momento que estuvo a punto de acceder.

–¿Ah? –Lufa se puso delante de Miena – ¿Por qué un caballo está hablando?

Lufa entrecerró los ojos como intentando mejorar su visión y acercándose a Trenor.

–¿Caballo? –Trenor frunció el ceño.

–¡Ah! Lo lamento. Eras tú. Tu boca estaba tan abierta y vi tus dientes torcidos, así que creí que eras un caballo parlante. Discúlpame.

Hasta la música se detuvo. El único sonido provino de Abigail quien luchaba por no estallar en carcajadas.

–¡Tú! –Trenor levantó su dedo y apuntó a Lufa temblando de rabia.

–Jeje. Lo lamento, lo lamento. –Lufa sonrió tontamente sin nada de sinceridad, solo burla.

Gracias al alcohol y al baile con Miena, Lufa sentía que su cabeza daba vueltas, además de tener el raciocinio totalmente deshinibido.

Abigail y Clorinde llegaron en ese momento. Ambas jalaron a Lufa hacia atrás, intentando llevárselo.

Por otro lado, Crinar también se acercó rápidamente, suspirando de alivio al evitar el baile que tenía hasta el momento.

Trenor notó que todos estaban prendidos del drama, así que rápidamente se calmó y trató de lucirse frente a la gente.

–Lufa, no puedes ser tan grosero con tus mayores – mencionó con un porte lleno de altivez –. Tienes que aprender a controlarte y dejar de meterte en cosas de adultos.

Con cada palabra su mentón se elevaba aún más. Al culminar su discurso observó detenidamente a Miena.

–Ja.

Lufa se detuvo en seco. Abigail sintió que trataba de mover un árbol y se detuvo.

–Jajaja. ¿Adulto? ¿Quién? ¿Tú? ¿Un miedoso que moja sus pantalones por un pequeño sonido en el bosque?

Lufa avanzaba oscilando su cuerpo de un lado a otro por su embriaguez.

–Alguien tan cobarde como tú tratando de cortejar a Miena no es más que una broma de mal gusto. ¡Piérdete!

En ese momento, hasta el crepitar de los maderos quemándose disminuyeron el ruido que hacían.

Trenor no podía creer lo que había oído. Miena tenía la boca completamente abierta al igual que los pobladores.

El rostro endurecido del tipo se sonrojó por la vergüenza e ira. Sin poder soportarlo más avanzó completamente enloquecido hacia Lufa.

–¡Trenor no! –Crinar gritó mientras corría a detenerlo.

El puño de Trenor se elevó por encima de su cabeza y bajó con rapidez hacia el rostro de Lufa.

La gente no tuvo tiempo de reaccionar.

Miena lanzó un grito de susto.

Como era de esperarse, Lufa esquivó justo antes de que lo golpeen, dejando al puño de su agresor acariciando el aire.

Con una sonrisa demoniaca mencionó –Todos son testigos de quién dio el primer golpe.

Al instante usó su única mano funcional para abofetear con fuerza el rostro de Trenor.

Plaf.

El sonido retumbó en todo el bosque como una explosión.

El rostro del joven giró de manera anormal, casi como a una lechuza.

–¡Tú! –mencionó tocándose la mejilla enrojecida.

–Uh. Lo dejé desnivelado –mencionó con el ceño fruncido. –. No te preocupes. Déjame solucionarlo.

Sintiendo un presagio negativo, Trenor retrocedió rápidamente, pero al instante siguiente vió como el dorso de una mano se acercaba a su otra mejilla.

Plaf.

Su cabeza giró hacia el otro lado, escuchándose un crujido de los huesos del cuello.

–Mucho mejor, ¿no te parece? –Lufa comentó casualmente.

–¡Lufa! –Crinar escupió con molestia.

–No grites, no soy sordo. Estuve aguantando demasiado tiempo la mirada asquerosa que este tipo le lanzaba a Miena cada que podía. ¡Ahora es momento de educarlo!

Crinar se acercó rápidamente tratando de agarrar a Lufa que estaba fuera de sí.

Como si fuera una serpiente, Lufa esquivó su agarre y avanzó hacia Trenor.

Plaf.

–¡Lu-fa!– Crinar tembló de enojo.

–¡Lufa basta! –Miena levantó la voz, asustada.

Lufa no se detuvo y abofeteó la otra mejilla de Trenor.

En ese momento se unió Tudor para apoyar a Crinar.

Ambos adultos se movieron ágilmente para capturar a Lufa, pero este último escapaba como un profesional.

Cada intento de captura sumaba una bofetada más a Trenor quien en ese momento tenía la cara completamente hinchada por los golpes.

Más jóvenes y adultos se unieron para capturar a Lufa.

Saltos, agarres, volteretas y bofetadas.

Los minutos pasaron entre todo el caos provocado por una sola persona.

Todo terminó cuando Lufa sintió que Trenor había sido castigado correctamente.