Viernes. Último día de clases y por supuesto último en el que Yusuke desearía estar. Yusuke realiza su rutina cómo cada día, cuidando siempre el no hacer mucho ruido para no despertar a su padre y a su hermana que usualmente acaban de acostarse a esa hora, su madre hace el desayuno y junto a su hermano se dedican a ir a la escuela y al trabajo respectivamente. Ese día la apariencia de Yusuke hacía evidente su estado de ánimo. Tenía unas prominentes ojeras además de un encorvamiento de su espalda anormal para alguien que simplemente se desveló jugando el ultimo RPG de moda, cómo usualmente lo hacía.
- Mamá, conseguí un trabajo de medio tiempo, empiezo mañana por lo que no te alarmes si no me ves mañana temprano. - Dijo Yusuke mientras jugaba con su bowl de cereal.
La madre sorprendida le respondió – Está bien, pero ¿Aún tienes dinero suficiente por llegaras a necesitarlo? –
Yusuke asintió con la cabeza. – Al final, no gasté nada ayer. – contestó.
– Entonces recuerda tener cuidado al regresar. – dijo ella mientras le arreglaba la corbata y le sonreía dulcemente.
- Nos vamos entonces – Dijo Kei, su hermano mayor – ¿Necesitas que compre algo para la cena mamá? –
Ella negó con la cabeza – Solo compra los materiales que tu hermana necesita ya que… -
La mente de Yusuke quedó en blanco nuevamente mientras ellos hablaban. Ahora tendría que volver a ver a Arai. Y a pesar de su dolor, sabía que armar un espectáculo de despecho no resolvería nada, por lo que debía formular bien su forma de actuar en cuánto la viese.
Primero pensó en solo mantenerse cómo siempre. Sin decir nada y solo repitiendo cómo robot el saludo y la despedida. Pero se dio cuenta que en media charla empezaría a llorar lo que nuevamente le haría odiarse a sí mismo.
Pensó en evitarla a toda costa, esquivando su paso y escondiéndose, pero lo descartó porque con un cuerpo tan grande no podría encontrar lugar para esconderse. Mientras pensaba en ello lo interrumpió la voz de su hermano.
-Yuu, oye, Yuu – Le decía Kei mientras le sacudía. – ¿Estás bien? –
– ¿Eh? A sí, - Alcanzó a contestar Yusuke – Solo estaba divagando un poco, bueno nos vemos mamá. Te veré más tarde – dijo mientras se bebía la leche restante para luego salir junto a Kei.
Empezaron entonces su camino hacia la estación – Hey, Yuu. – Le dijo Kei, de repente – Ya cuéntame que te pasa. –
– ¿Qué me pasa de qué? Estoy bien, en serio – Dijo Yusuke nervioso – No sé de qué estás hablando hermanito –
– Córtalo ya, solo me dices así cuando me mientes – dijo Kei en tono serio.
Resignado, Yusuke tuvo que contarle.
– ¿¿¡¡¿QUE DIJO QUÉÉÉÉÉÉ??!!? – Vociferó Kei antes de entrar a la estación – Y de remate ni siquiera se dignó en conocerte a fondo para hablar semejante porquería, una charla de tarde no es conocer a una persona y con todo lo que la ayudaste, de verdad que no hay palabras, la muy hija de p…-
– Ya hermano, no es para tanto. – le interrumpió Yusuke antes que dijese algo que los metiese en problemas – No es cómo si yo pudiese hacer algo para evitarlo de todos modos. –
Aún molesto, Kei le dijo – Sabes Yuu. Cuando formulas un criterio debes tener algo muy importante llamado fundamento. Y si no eres capaz de obtenerlo por tu cuenta es porque tu criterio es basura. Lo que se traduce en tener porquería por cerebro. – Se sentó en una de las bancas adentro de la estación y siguió hablándole.
– ¿Recuerdas cuando en casa de los abuelos, les llevaron ese perro, el que sus antiguos dueños tachaban de agresivo y por eso lo regalaban? –
Yusuke asintió con la cabeza
– ¿Alguna vez te mordió? –
Yusuke negó con la cabeza nuevamente.
– Porque el abuelo descubrió que sus antiguos dueños nunca lo cuidaron adecuadamente. Si nos hubiésemos dejado llevar por lo que decían no hubiésemos tenido oportunidad de conocerlo. Eso debió haber hecho ella. En lugar de guiarse por rumores y andar de boca floja debió entender la situación y enfrentarte directamente en el caso de que sus conclusiones auto formuladas siguieran en el aire. –
Acto siguiente y mientras el tren llegaba Yusuke volvió a llorar. Finalmente le habían abierto los ojos y ver la realidad le dolía más que simplemente suponerla. Kei abrazó fraternalmente a su hermano mientras las puertas del tren cerraban.
– Hermano, el tren… - Apenas pudo decir Yusuke aun con la cara en el hombro de su hermano
– Ya vendrá otro, Yuu-chan, ya vendrá otro. – Le dijo mientras le acariciaba la cabeza.
Una hora más tarde Yusuke finalmente había llegado a la escuela. Raro de su parte llegar 3 minutos antes del inicio considerando la hora y media de todos los días, pero le había costado tanto calmarse gracias a la pseudo terapia de su hermano, por el peso que éste tenía en la vida de Yuu.
Permítanme explicar un poco lo que sucede dentro de la familia Sakamoto. Sus cinco miembros se dividen las tareas y el sustento diario en todos los horarios. El padre, Yuiichiro Sakamoto, trabaja de lunes a viernes en horario nocturno desde que Yusuke es pequeño. Y la madre, Kaori Sakamoto, tenía un trabajo de medio tiempo por las tardes que cubría los gastos restantes de la familia. Por lo que la crianza de Yusuke fue delegada inconscientemente hacía Hana, la hermana del medio y Kei el hermano mayor. Explicando el porqué, para nuestro querido protagonista, las palabras de su hermano son como las de un padre.
Luego de que el día pasase, un apagado Yusuke se dirigió hacia la sala de su club. Ya no sentía tristeza luego del desahogo con su hermano. Solo quería regresar a casa lo más pronto posible para sanar adecuadamente una herida tan profunda. Cuando finalmente había llegado, escuchó una voz extraña en el interior. Y lo que más le impactaba, provenía de una mujer, ¿ Una mujer en un club de otakus formado de 5 chicos al borde de la clausura? Definitivamente algo no andaba bien.
– ¿Dónde está? Sé que lo sabes. – Le dijo la voz al presidente, – Y no te atrevas a mentirme, o ya sabes lo que te ocurrirá –
– Te lo juro, no lo he visto hoy – dijo débilmente el presidente – sólo lo vi ayer cuándo vino a hablar de un problema amoroso. Yuu-kun debería regresar hoy, eso acordamos. Pero si intentas lastimarlo tendrás que quitarnos la vida misma, ¿Qué demonios te hizo un chico tan bueno? –
Yusuke intentaba entender la situación. ¿Quién sería capaz de lastimar al presidente y a su club por su culpa? ¿Cuál fue el error que provocó que alguien lo buscase? ¿A quién había ofendido? No lo sabía, pero de algo estaba seguro, no podía permitir que sus amigos saliesen lastimados.
Abrió rápidamente la puerta y pudo verla. Yusuke la reconoció de inmediato. Era Ozawa, la chica que el día anterior había ayudado.
Ozawa Hanako, alias Black Hawk. Una chica que tenía la reputación de ser capaz de moler a golpes a pandilleros de tercer año de preparatoria estando ella en primero de secundaria. Miembro del club de arquería y de baloncesto, contaban que sus saltos eran tan altos y su puntería era tan certera que podía noquear a cualquiera con un simple lápiz. De allí su apodo. Por supuesto, nuestro querido Yuu era ignorante de todo esto. Para él era solo una chica que había ayudado, la cuál no le había hecho nada.
Aunque imaginó que estaban lastimando a sus amigos, no esperaba que el presidente no solo ni siquiera estaba ni cerca de ella, él junto a todos los miembros estaban en la esquina opuesta del salón. Aterrados ante la presencia de la Black Hawk.
Un silencio inundó la sala del club mientras que las miradas de ambos se mantenían fijas el uno con el otro.
"¡Lo que me faltaba! ¿Qué le hice a Ozawa-san para que me buscase en el club? " pensaba desesperado mientras apartaba la mirada "No recuerdo hacer nada para enfadarla… ¿Tal vez me excedí con la ayuda que le di ayer?"
Y mientras bajaba despacio su mochila, cuál presa evitando a depredador, vio que Ozawa llevaba algo en su mano. Cosa que evidentemente Ozawa intentaba esconder.
- Ozawa-san de casualidad… - Dijo Yuu mientras señalaba el objeto.
- N-no sé de qué estás hablando- Dijo Ozawa mientras estrujaba sus manos y su cara se tornaba cada vez más roja. – S-solo vengo a agradecerte por lo de ayer, ten te traje esto. – dijo mientras extendía los brazos con un regalo, bellamente envuelto.
– Oh, muchas gracias – dijo Yuu mientras entendía la situación y le esbozaba una sonrisa a Ozawa – no era necesario pero lo acepto felizmente –
–Además, – dijo Ozawa mientras jugaba con su cabello – quería preguntar si de casualidad ¿Seguirás en esta escuela el año que viene..? -
- ¿Eh? – Alcanzó a decir Yuu confundido – Sí, claro al fin y al cabo debo buscar a más personas para mantener vivo el club.–
– Ya veo, y ¿C-cuánta gente necesitas mínimo para mantener el club abierto?–
– Bueno...– dijo mientras volteaba a ver al presidente
Los 4 jóvenes de tercer año estaban uno encima del otro, el presidente en el centro, los otros dos miembros abrazando al presidente y Gou, quién era el más alto de todos abrazaba a sus compañeros de cruzada, mientras todos temblaban al unísono.
Sabían de sobra la cantidad fuerza que Ozawa era capaz de usar y por lo mismo no se atrevían a decir nada hasta que Yuu llegó. No podían con el asombro de ver la capacidad de Yuu de poder hablar con ella sin tartamudear. Con toda la valentía que le quedaba el presidente empezó a hablar.
– C-ci-cinco miembros Yuu-kun, t-te-te-te lo dije cuando me preguntaste–
– Ya lo oíste, – dijo Yuu con un poco de desesperanza – tendré que arreglármelas yo solo cuando inicie el siguiente semestre...–
– Entraré contigo. – dijo Ozawa antes de que Yuu terminara.
Por su parte, él no entendía lo que sucedía. Apenas la había visto apenas un día, su hermano lo dijo. Una charla de un día no era conocer a alguien. Pero vio en la mirada de Ozawa, que no se apartó en ningún momento, la sinceridad de sus palabras. No la entendía pero no podía decir que no a un sentimiento tan fuerte.
– Contaré contigo entonces. – Le dijo Yuu mientras le esbozaba una sonrisa.
Ella sólo le regresó una sonrisa de alivio. Se despidió y salió rápidamente de la sala del club.
Mientras todos los miembros salían del shock, e intentaban recuperar al presidente quién se desmayó con las palabras que apenas pudo decir.
– Yuu, – le dijo Gou – acompáñame a traerle agua al presidente.–
– Claro – respondió mientras dejaba sus cosas en el piso y alcanzaba a Gou en la puerta.
Ambos empezaron a caminar hacia la fuente. Mientras la misma figura que antes siguió a Yuu, empezó nuevamente a seguirlos.
– ¿De dónde conoces a la Black Hawk? – le preguntó súbitamente Gou en un tono serio mientras llenaba una botella. La figura pareció sorprenderse al escuchar aquello.
– ¿Black Hawk?, ¿Qué es eso? –
– Ozawa, todo el mundo la conoce así –
– ¿Cómo el helicóptero estadounidense? –
La cara de Yuu, le dio entender a Gou que genuinamente estaba confundido. Aún así, pensó que era un apodo genial.
"Imagina que te llamen así, debe ser porque Ozawa es muy genial..." pensaba inocentemente Yuu.
Gou al ver esto solo empezó a reír. – Bueno, sólo ten cuidado cuando estés con ella ¿De acuerdo?– Mejor dejaría que Yuu se diera cuenta por el mismo. Tenía miedo de que que Ozawa le hiciera algo por contar tal cosa. Luego de aquello, la figura volvió a desaparecer.
– ¿OK? – Dijo aún confundido Yuu.
Al regresar el presidente ya había regresado del shock, además de que había sido bien cuidado por Takeshi y Haruto, los otros dos miembros del club.
Lo ayudaron hasta que pudo mantenerse de pie y emprendieron su viaje hacia el karaoke. De camino empezaron a recordar todo lo vivido en aquel año.
– Bueno, parece que la recompensa son los amigos que hicimos en el camino – Le dijo Gou al presidente.
– Cállate ¿Quieres?, yo solo digo que quería una linda novia para antes de terminar la preparatoria, ¿Qué tanto es pedir eso?– Dijo el presidente mientras se encogía en hombros.
– Por cierto, – dijo Yuu – ¿Cómo le fue a su borrador?, ¿Pasaron la revisión del editor?–
Tras aquella pregunta todos voltearon a ver al presidente y a Gou. Ambos eran una pareja de mangakas. Gou era muy bueno con las historias, su forma de narrar era increíble, mientras el presidente era ganador municipal de dibujo. Ambos hacían un dúo complementario increíble y decidieron darle un chance a publicar una obra. La semana anterior ni siquiera se presentaron de lo nerviosos que estaban. Pero querían mantenerse lo más serenos posible, por lo que no tocaron el tema en toda la última semana.
–Pues...– dijo el presidente con la mano en el cuello.
– La verdad es que...– dijo por su parte Gou. Mientras sacaba algo de su mochila.
Takeshi, Haruto y Yuu se mantuvieron viendo mientras Gou sacaba una revista con sus nombres y el de su manuscrito en la portada y al unísono dijeron junto al presidente:
–Nos vemos cada viernes– mientras ambos esbozaban una sonrisa.
Los otros tres se quedaron eufóricos. No podían creerlo. Tomaban la revista, la sacudían y vitoreaban su nombre el resto del camino, cuál monos. Al final, los cinco llegaron al karaoke con un bullicio de felicidad envidiable.
Rentaron una sala e inmediatamente empezaron a cantar. Luego de aproximadamente una hora empezaron a comer.
–Yuu,– dijo el presidente mientras se limpiaba con el sudor con un pañuelo – por cierto, ¿Cómo te fue con Arai?–
Y volvemos a empezar.