Unos días pasaron sin que hubiera ninguna noticia sobre lo sucedido, aparte de rumores sobre alguna chica que había llamado la atención del príncipe.
Nadie sabía quién era, lo que al menos sospeché que sería obra de Ike, silenciando un par de ojos curiosos.
En casa, Cedric y Raymond me preguntaron cómo, por qué y a qué hora había regresado sola, pero al menos la excusa de que me había sentido mal por mi fiebre una vez más sirvió para no generar más preguntas de su parte.
Me contaron de lo sucedido después de que me fui. Al parecer Sergei se había retirado temprano y tenía una capa encima cuando lo hizo, pero algunos rumores decian que tenía el labio partido cuando lo vieron. Nadie supo qué sucedió, pero todos lo olvidaron con rapidez cuando vieron una rosa azul en la muñeca del príncipe.
No era raro que le dieran alguna, pero en ninguna ocasión anterior habían visto que se la quedara durante toda la fiesta.
Me contaron sobre quienes habían sido los más populares y algunas anécdotas, pero no hubo nada más interesante después de eso.
Me la pasé en mi habitación los siguientes días, ignorando cartas de invitación de algunas chicas y chicos. Eso solía suceder al día siguiente de cualquier fiesta, empezando un efecto dominó de reuniones y el incremento de influencia del mundo social, pero esta vez no salí a ningún lado.
Aunque había servido de excusa al inicio, resultó que mi fiebre regresó realmente.
Me sentía débil y constantemente cansada, pero aunque ya había permitido que me revisara un médico, no había encontrado una causa a mi padecimiento.
No tenía problemas respiratorios, estomacales ni físicos aparte de la alta temperatura y debilidad consecuente. En general estaba sana, pero débil.
Incluso llegué a pensar que quizás solo era una reacción al estrés reciente que estaba pasando con todo lo de Sergei, pero no tenía manera de confirmarlo.
Y tampoco es que me haya quedado de brazos cruzados.
Los ahorros que tenía de mi sueldo mensual los había puesto a trabajar. No quería parecer una chica manipulable sin su propio poder.
Con ayuda de un confundido Cedric por mi repentino interés, planeamos un nuevo negocio entre ambos. Algo que no llamara demasiado la atención, pero que pudiera permitirme tener mis propias ganancias sin depender de la familia.
Aunque aún estaba en papel, habíamos encontrado algo inesperado para mí que tal vez podría trabajar. Aún estaba en pañales, pero parecía ser prometedor.
Después de una plática con él, quien vino a visitarme fue Ray. Parecía un poco confundido por ver a Cedric salir de mi habitación.
—¿Ya me estás cambiando como hermano favorito? —Preguntó sentándose dónde antes lo había hecho Cedric, y yo solo me reí.
—No exactamente, pero no creo que puedas o quieras ayudarme a crear un negocio desde cero. —Le dije con voz un poco débil.
—Ah, no, entonces sigue con él. —Se encogió de hombros, totalmente perdiendo el interés en ese tema. —Sé que sigo siendo tu favorito. Y subiré puntos en esa escala con lo que te vengo a decir.
Me acomodé en mi sofá, levantando una ceja en su dirección y cubriendo mi cuerpo con mi manta. El frío empezaba a ser más evidente con los días, a pesar de mi fiebre.
—¿Ya tendré cuñada? Aún no me quieres contar cómo te fue con Robin. —Indagué entre curiosa y bromista, lo que solo me ganó un carraspeo de su parte y que no me viera a la cara.
—¿Quieres dejar el tema? Ya te dije que es privado.
—Oh, vamos, no es privado para mí si yo ayudé a que eso sucediera. —Le insistí con una risita.
—Si sigues no te diré a lo que vine realmente a decirte. —Se cruzó de brazos, viéndome entre fastidiado y haciendo puchero. Le sonreí, solo encogiéndome de hombros pero sin presionar más ese asunto. Pero a mí sorpresa, en vez de seguir bromeando, su cara se tornó en una seria y algo preocupada. —Ojalá fuera algo inocente como eso, pero no. En realidad te vengo a contar lo que averigüe... Sobre Sergei.
Todo rastro de sonrisa desapareció de mi rostro, recordando de inmediato esos momentos en la fiesta que me habían dejado temblando y teniendo pesadillas. Nadie nunca se había atrevido a ponerme un dedo encima como lo había hecho él. Y me había sentido terriblemente vulnerable.
—¿Qué tan malo es?
Ray se removió incómodo en su sofá, viendo sutilmente hacia la puerta como si quisiera asegurarse que si estubiera cerrada.
—¿Por qué asumes que es malo? —Hizo un intento de bromear, quizás para aligerar el ambiente, pero cuando cruzamos nuestras miradas, él tampoco pudo mantener la sonrisa mucho tiempo.
—Ray, dime.
Lo ví rascarse la nuca. Un gesto nervioso suyo.
—Err... Mira, en primer lugar solo son rumores que escucho. No son fiables. Ya sabes que el tipo tiene una reputación de oro. Lo que escuché es por mucho la minoría y...
—Raymond, ya solo dime. —Le insistí con más fuerza, pero parecía que realmente dudaba.
—Diane... Es... Complicado. —Suspiró con pesadez, pero creo que notó que no iba a ceder. —No te puedo asegurar que sea verdad, porque al final del día, los lugares y personas de donde obtuve la información son de familias en desgracia. Sabes que ellos dirán cualquier cosa para tirar la reputación de otras familias y volver a subir en los rangos. Y por el resto, solo lo averigüe por casualidad en lugares... Eh...
—Dioses, Ray, solo suéltalo.
—Ya, bien... Pero cuida la manera en que usarás esta información. No es fidedigna, después de todo... Pero al final del día, parece que tenías razón, si es que le creemos a esa gente. —Suspiró otra vez, pero un poco más apesadumbrado. —Bien sabes que salió el primero en la academia. Sus calificaciones impecables, su popularidad hasta los cielos por su apariencia y caballerosidad, el mejor en el uso de armas... Probablemente todo bien, pero antes de la academia, lo único que se sabía de él era su nombre y solo porque era difícil ocultarlo al ser una de las familias con moderado poder. Y cuando intenté indagar más, fue un poco difícil encontrar información.
»Debo admitir que al inicio no me lo tomé muy en serio, pero eso me dió curiosidad. ¿Cómo es que nadie sabía de él antes de la academia? Nadie tenía respuesta para eso. Así que... Bueno, no me siento orgulloso de ello, pero fui a buscar el lugar donde vivía. Y me tomó un tiempo considerable, por eso no te había dicho nada. Al parecer los Kozlov viven fuera de la ciudad. Tiene cierto sentido por su negocio, pero era un lugar... Por decir poco, demasiado alejado para ser normal.
»Estando ahí, había pocas construcciones y menos personas aún. La casa de los Kozlov es poca y contada. Tuve que fingir con Pearson (su guardia) que éramos viajeros perdidos. Así pude preguntarle a la gente de la casa algunas preguntas. Resulta que a nadie le gustaba hablar de la familia Kozlov a la que servían. Y no solo eso, parecían nerviosos solo de pensarlo. Al final nuestra curiosidad fue demasiada para algunos y nos echaron. Pensé que era un camino sin salida, pero una señora de la casa nos dió una pista a seguir. Nos dijo que los Kozlov no eran tan honorables como parecía, que era mejor mantenerse alejados de ellos... Parecía realmente asustada, y para intentar sacar más información, tuve que decirle quien era, y con eso de inmediato me pidió ayuda. Quería salir de ahí, pero no sabía cómo y que ellos tenían algo en su contra de todas maneras.
»Lamentablemente no pude sacarle más detalles, pero al menos me prometió que no le diría a nadie y yo decidí seguir la pista que me dió. Resulta ser que me llevó a la zona de las afueras en el oeste. Ya sabes que ahí solo hay delincuentes, familias en desgracia y problemas. Fui a la casa que me dijo aquella señora; era la casa de los Azan, ¿Los recuerdas? No sabía dónde habían terminado. Cayeron bastante rápido cuando estuvieron en el poder y no muchos supieron por qué.
»Al visitarlos, resultó que el señor estaba en sus últimas. Pensé que era más joven, pero ahora se lo veía peor. La persona que lo cuidaba me dijo que el pobre hombre había usado todos sus recursos intentando encontrar a su hija. Se había perdido a los 13, y llevaba desaparecida 7 años. Aunque contrato muchos investigadores, no pudo averiguar qué le había pasado. Pero lo que habían encontrado es que todo indicaba que había desaparecido en las cercanías de la casa de los Kozlov.
»No sabía qué creer, pero de todas maneras no podía confirmarlo con el pobre hombre. Estaba perdido en cama, siendo alimentado, cuidado y atendido en su totalidad por aquella mujer, que en realidad no sabía todo. Pensé que solo sería una mala casualidad, pero era difícil de creerlo con la actitud de los sirvientes de casa.
»Entonces decidí indagar un poco más. Busqué al dichoso investigador y descubrí que trabaja por comisión en una taberna en la zona media, pero el tipo es muy evasivo. Posicioné a Pearson en la zona, esperando que averiguara más y descubrimos un par de cosas. El dueño del lugar nos contó de la gente que la había visitado por el investigador y todos tenían en común a una chica desaparecida. Pearson me dijo que visitó algunos de esos nobles, pero todos estaban incomprensiblemente en la misma condición. En quiebra, perdidos, y algo que descubrimos, sin esposas. Al menos algunos estaban más cuerdos que otros, pero me dijeron muchas cosas muy diferentes entre sí. Que habían sido secuestrados, que les robaron el dinero, que destruyeron sus vidas, que mataron a sus hijas y otros que experimentaron con todas las mujeres... No sé a qué hacerle caso, pero definitivamente todo iba dirigido a los Kozlov.
»Aún no logro encontrar qué sucedió con el detective... Pero apenas logre contactarlo, te avisaré e intentaré descubrir qué es lo que ha encontrado. Y por qué solo lo han elegido a él.
Su relato me dejó ciertamente sin palabras.
Habría esperado que tuviera un record de mujeriego, o mínimo que golpeara a las mujeres, que las forzara... Todo según mi experiencia, pero ciertamente no algo como esto. Ya parecía demasiado complicado para ser un simple mal trato a las mujeres.
Me pasó un escalofrío por el cuerpo.
—¿Le has dicho algo de esto a nuestros padres?
Negó con la cabeza.
—¿Qué podría decirles? Tendría que admitir primero por qué lo investigué, y además de por qué rompí las reglas al investigar a una familia aliada. Tampoco les agradaría para nada el hecho de que estoy ayudándote a romper tu matrimonio y ahora mismo solo tenemos rumores, ninguna prueba. No podemos solo lanzarles esa bomba. Y sabes que mamá podría ponerse peor.
Su lógica de hecho tenía sentido. Pero no por eso me gustaba.
Me crucé de brazos, pensando un momento. Mi cumpleaños se acercaba y con ello el anuncio de mi compromiso. Sergei no había vuelto a visitar la casa, seguramente por toda la escena hecha con Ike, quien tampoco había hecho acto de presencia últimamente en ninguna noticia.
Había pensado en enviarle una carta al príncipe, explicando mis razones e intentar suplicarle que no hiciera nada muy drástico, pero conociendolo creo que solo sería perjudicial decir eso. Solía hacer todo lo contrario a lo que le pedía. Y ya que no había noticias, simplemente decidí asumir que habría una paz temporal.
—¿Puedes seguir investigando, por favor? Quizás si encuentras a ese detective puedas averiguar otra cosa... Pero yo que tú, no solo lo buscaría en un lugar. Algo me dice que está ocultándose a propósito.
—Aunque no me lo hubieras pedido, ya tengo un interés personal en todo esto. Quiero saciar mi curiosidad.
—Solo ten cuidado, creo que esto de repente escaló muy rápido. Y no me gusta. —Admití removiendome con incomodidad. No solo por cómo me veía en las fiestas y reuniones, ahora también era como había actuado Sergei conmigo y una extraña rebeldía contra el principe. No parecía que las cosas se fueran a quedar tranquilas. —No te metas en problemas por mi culpa.
Parece que iba a tener que adelantar algunos planes. Y con esa nueva información, me sentía aún más temerosa de salir de casa...