Viejo Bai, Viejo Qi, Zuo Li y Xiang Rong escucharon el canto, dejando que sus pensamientos volvieran a los años extraordinarios que habían pasado.
En tiempos de crisis nacional y sufrimiento entre la gente, siempre tenía que haber quienes tomaban el cuchillo y cargaban el fusil, defendiendo la patria devastada...
Sacrificaron innumerables vidas y cabezas para dar paso a una nueva vida y al ascenso de un país poderoso y nuevo.
Ahora que las guerras habían terminado, ellos, que solo conocían la lucha pero no la política, se habían vuelto marginados, empujados hacia el borde. Sin embargo, sus corazones sinceros permanecían inalterados; incluso en la pobreza, ver a la gente común alimentada y viviendo vidas estables ya era un gran consuelo. Albergaban agravios pero no odio.
El canto de Qi Xiaoyan era tan conmovedor que traía lágrimas a los ojos de todos, tocándolos profundamente.