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He Tiantian ya no era una niña pequeña; todavía tenía un toque de juventud en su cuerpo, pero mentalmente, ya era una mujer madura.
El afecto mutuo entre ellos servía como un poderoso catalizador que podía encender el fuego apasionado en sus corazones.
El entusiasmo de Huo Yingjie ya había encendido tanto la pasión psicológica como fisiológica de ella. Sin fuerzas en su cuerpo, sólo podía aferrarse fuertemente a Huo Yingjie para no caer al suelo.
Con el apoyo del gran olmo detrás de ella, recuperó algo de fuerza.
—Yo... Yo te extrañé... —la voz de He Tiantian era dulce y suave, careciendo un poco de fuerza, pero tan tierna, casi como un reclamo, expresando su anhelo.
—Huo Yingjie extendió la mano para tocar la cabeza de He Tiantian, inclinando ligeramente la suya mientras decía:
—Dulce Tesoro, ¡yo también te extrañé!
He Tiantian estaba completamente satisfecha, sintiendo el extremo de la felicidad en ese momento.