El rostro de Lin Tang se iluminó con una sonrisa mientras presentaba a su familia al guardia de seguridad.
—Sí, estos cuatro niños son mis sobrinos —dijo.
Mientras hablaba, miró a Goudan y a los demás niños que se veían ligeramente incómodos.
Les acarició las cabecitas a Choudan y a Niuniu que estaban a su lado.
—¿En qué están pensando? Apúrense y saluden a abuelo —dijo Lin Tang con una sonrisa amable.
Los niños, mirando las imponentes puertas de la fábrica, se sentían no solo nerviosos sino también asustados. Cuando vieron los ojos alentadores de su tía joven, la mitad de su miedo se disipó.
Aprietaron sus pequeños puños para animarse.
Tiantian sonrió.
—Hola, abuelo.
El anciano tenía un cariño particular por los niños pequeños.
Al ver a los cuatro niños de la Familia Lin tan adorables con sus complexiones claras y sonrosadas, sonrió mostrando los dientes traseros.
Sacó cuatro caramelos de fruta de su bolsillo y le entregó uno a cada niño.
