A pesar del revuelo que creó la apuesta, Penny rápidamente pasó de ello. No es que no entendiera la importancia de la apuesta, simplemente no le importaba en lo más mínimo.
Penny se sentó en su asiento y felizmente se quitó la bolsa cuando de repente, un pequeño regalo aterrizó en su escritorio.
—¿Eh?
Al mirar hacia arriba, vio a Patricia sobre ella con una dulce sonrisa. —Es mi pequeña oferta de paz.
—... Penny miró escépticamente la pequeña caja envuelta hermosamente con una cinta rosa. '¿Será esto una bomba de brillo?'.
—Sé que empezamos con el pie izquierdo, pero elegí perdonarte —expresó Patricia magnánimamente.
—Pero yo aún no me había perdonado a mí misma. El sarcasmo teñía la voz de Penny, pero Patricia no entendía la indirecta.
—Está bien. Te perdoné. Ya no importa —Patricia sonrió—. ¿Estamos bien ahora?