—Eso es lo que está mal conmigo —se dijo a sí misma en voz baja—. Me he vuelto demasiado relajada y demasiado... feliz.
Una oleada de amargura se hinchó en su corazón al pensar que la ignorancia era verdaderamente la felicidad. Al mismo tiempo, la hacía sentirse amarga porque parecía que ser demasiado feliz era un pecado.
—Necesito reevaluar todo.
Con ese pensamiento en mente, Penny se impulsó a volver al trabajo con esta agenda renovada. No importaba cuán determinada estuviera a evitar regresar a prisión, la existencia de Nathaniel se sentía como una espina en su garganta.
Incluso si el matrimonio de Penny y Zoren era producto de una breve locura, permanecía un hecho: alguien tenía sus ojos puestos en los Bennets y Zoren.
