Penny abrió y cerró la boca. Sin embargo, sus intentos de romper el hielo y aligerar el ambiente fueron rápidamente rechazados. Así que terminó sellando sus labios.
El silencio en la sala era inconfundible, y ni los hermanos Bennet ni Zoren parecían tener planeado romperlo. Penny le lanzó una mirada a Slater, preguntándose dónde habían ido sus quejas y réplicas groseras. Solo se salvó de este asfixiante silencio cuando llegaron sus padres y Haines.
—¡Oh, mi Penny! —La voz preocupada de Allison perforó el espeso silencio, casi haciendo llorar a Penny—. Mi bebé, ¿estás bien?
—Mamá... —Penny rápidamente acogió el abrazo de su madre, con lágrimas brotando en sus ojos.
—Penny.
Ella miró de reojo a la persona que estaba al lado de su madre y extendió la mano. —Papá.