Penny se despertó con dolor.
—Ugh... —gemía, mientras cada parte de su cuerpo le dolía. Se sujetó el hombro, con dificultades para estirar los miembros sin gemir. Sus ojos se abrieron lentamente, con líneas profundas visibles en su frente y los labios curvados hacia abajo.
Esta era la razón por la cual Penny odiaba beber más de lo que podía soportar. A menudo se despertaba con los músculos adoloridos.
Lentamente, se sentó y entrecerró los ojos, mirando a su alrededor la habitación en la que había despertado.
—¿Eh? —susurró, frunciendo el ceño. Rápidamente se dio cuenta de que no era su habitación, pero tampoco era un lugar desconocido. —¿Cómo en el mundo...
Penny dejó de hablar cuando sus ojos cayeron en la figura que emergía de una puerta, vestida solo con una bata de baño. Tenía la mano en la cabeza, secándose el cabello con una toalla pequeña.
Zoren se detuvo cuando la notó mirándolo. Tan pronto como se encontraron sus ojos, él sonrió.