—Esta es la fórmula para la tasa máxima de transmisión de símbolos de un canal ideal de paso bajo —dijo el profesor—. Si tu especialidad no involucra física, no entenderías esta fórmula, y mucho menos la terminología china asociada con ella.
—Definitivamente no es una fórmula con la que se toparía un estudiante de secundaria —murmuró He Xun para sí mismo, estupefacto.
He Xun estaba tan sorprendido que se quedó congelado por tres segundos. No fue hasta que la chica, que había estado mirando su teléfono, levantó lentamente la cabeza. Sus pupilas parpadearon; sus cejas y ojos eran tenues. La luz del sol inclinada añadía un frío a los contornos faciales de la chica, como nubes convirtiéndose en nieve, frías y cautivadoras.
Cuando He Xun se encontró con su mirada, dudó de nuevo.
—Espérame un momento —dijo Ying Zijin mientras pasaba su teléfono a Xiu Yu y se levantaba.
Xiu Yu, que estaba en medio de una recarga, levantó la vista y preguntó:
—¿Qué pasa?
