Primero en entrar fueron varios camareros.
Cada uno cargaba más de una docena de bolsas y, tras colocarlas arduamente en la sala privada, se fueron.
El cuerpo de Jiang Ran tembló justo al ver a su prima entrar.
Era una chica joven, definitivamente no mayor de veinte años.
Su piel era extremadamente clara, con atractivos ojos en forma de almendra y largas y delicadas pestañas.
Era un tipo de apariencia que hacía que la gente se sintiera cómoda.
Flores enterradas en la nieve, una luna nueva proyectando un halo.
En la sociedad de hoy, es raro encontrar una mirada tan impecable.
Ying Zijin apoyó su barbilla, pensativa.
¿Cómo podría una chica hacer que tanto Jiang Ran como Xiu Yu la evitaran como a la plaga?
A ella le gustaba bastante.
—Ahem, permíteme presentarte, esta es mi sobrina—dijo Ling Zhonglou aclarándose la garganta—. Ling Mianxi. Tiene más o menos tu edad, Zijin. Xiu Yu y Yunshen ya la conocen, así que no los volveré a presentar.
Nie Chao lo encontró extraño.