Zhong Manhua se puso pálida cuando lo escuchó —Zhenting... Zhenting, ¿qué vamos a hacer?
Deberían haber tomado la puerta trasera.
Ahora que han sido fotografiados, ¿dónde podrán poner la cara?
—¿Qué quieres decir con qué vamos a hacer? —Ying Zhenting fue bastante implacable—. Si haces algo mal, tienes que pagar el precio.
—Pero, pero —Antes de que Zhong Manhua pudiera decir algo más, Ying Zhenting ya había entrado con paso firme.
Agarró un cenicero del escritorio, no dijo nada, y lo lanzó con fuerza.
—Bang.
El cenicero golpeó a la mujer en la cama justo en la frente, y Su Ruan se despertó de golpe de su sueño.
En ese momento, los periodistas y paparazzi, después de tomar una ronda de fotos, todos entraron apresurados.
La oficina de Jiang Moyuan era una suite presidencial, bastante grande; meter a tres o cuatro docenas de personas no era problema.
Ahora más cerca, los periodistas y paparazzi se emocionaron aún más por tomar fotos, disparando desde varios ángulos.
