Xuanyuan Que abrió suavemente la caja de madera, y dentro, un pañuelo blanco yacía tranquilamente.
El sol estaba en su punto más alto, su luz radiante se vertía sobre dos pequeñas figuras, pero no podía ocultar la conmoción que rebosaba en un par de ojos fríos.
Xuanyuan Que levantó la vista, su expresión ligeramente quebrada —¿Qué es esto?
¿Acaso había recogido un pedazo de tela desechada para dárselo como regalo de cumpleaños?
—¡Un pañuelo, ah! ¿Te gusta, Hermano Xuanyuan? —Ruo Xuan dijo con una sonrisa resplandeciente.
Xuanyuan Que miró la tela blanca brillante en la caja de madera, arrastrándose con varias lombrices.
Aunque dijo que era su habilidad menos competente, una flor que solo tomaba cien años en cultivarse hasta convertirse en inmortal, mostraba que ella también era ingeniosa.
Además, ya era centenaria, y ni siquiera un tonto bordaría algo que un niño de tres años pudiera hacer, ¿verdad?
¡Ella no era una verdadera niña de tres años!