—No terminaste de escribir y lo que escribiste no es tan bueno como lo de Xuanbao, ¿no significa eso que has perdido? —dijo Yan Jiaojiao.
...
—¡No he perdido, son ustedes los que engañan a la gente, tú y Xuanbao se confabularon para engañarme y quitarme mi plata, queriendo que les compre joyas de la Casa del Tesoro, están soñando, no lo reconoceré! —La Princesa Kangyi pisoteó el suelo de ira y replicó furiosamente.
Con una caligrafía tan fina, ¿cómo podría ser que nunca antes hubiera practicado?
—Maestro, justo ahora Yan Jiaojiao y Yan Huan no escribieron ni una sola letra y también dejaron sus asientos, ¿deberían ser castigados? —entonces, la Princesa Kangyi se dirigió al Maestro Han.
—Aquellos que acaban de dejar sus asientos deben copiar cien caracteres grandes —Maestro Han golpeó su regla en la palma de su mano.
Reglas de la clase, uno no debe dejar su asiento sin permiso.
—... —dijo Yan Huan.
—... —dijo Yan Jiaojiao.