Doña He era implacable:
—¡De ninguna manera! Mi hija no puede ser divorciada; si lo es, nadie se casará nunca con ella!
Ruo Xuan vio que el Dao Celestial solo había aplanado la parte superior de la cabeza del Carnicero Zhao y él no había sufrido ninguna lesión, solo se veía un poco más feo.
Ella echó un vistazo a la cara del Carnicero Zhao y se sorprendió un poco: aunque era un carnicero y su cara reflejaba la mirada feroz debido al pesado karma de matar, en realidad era un hombre que amaba profundamente a su esposa e hijos y era filial con sus padres.
Luego miró a Doña He, oh, ¡esta había venido a cobrar deudas! ¡Hasta los hijos que había tenido estaban aquí para cobrar deudas!
Esposo y esposa son uno, sus destinos entrelazados; si no hubiera sido por casarse con Doña He, la vida del Carnicero Zhao probablemente sería mucho mejor.
Pero esto también era una deuda que el Carnicero Zhao había contraído en su vida pasada.
Ella dijo con su voz de bebé:
