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Kisha quedó momentáneamente sorprendida por la reacción de la multitud. Veían la cadena de buenas noticias como un signo del favor divino y consideraban a Kisha como un enviado celestial. Desde su nombramiento como Señora de la Ciudad, la base había estado experimentando una serie de desarrollos positivos y continuas buenas noticias, reforzando su creencia de que estaba bendecida por los cielos.
Inicialmente, la gente estaba preocupada por su supervivencia y por cómo asegurarían suficiente comida. Luego llegó Kisha y asumió el papel de Señora de la Ciudad. Tan pronto como tomó posesión, les proporcionó suficiente comida, aliviando su hambre y asegurando que ya no sintieran los dolores de un estómago vacío.