—¿Por qué tardaste tanto? —El tono de Buitre llevaba un matiz de reprimenda juguetona, aunque sus ojos traicionaban su alivio al ver a su cercano amigo volver ileso. La llegada de Gorrión coincidió convenientemente con su cena, lo que hizo que Buitre, Águila Calva y los demás le ayudaran con entusiasmo a dejar los objetos que había llevado como una mula. Buitre instó amablemente a Gorrión a tomar asiento en una de las sillas antes de apresurarse a buscarle un plato de estofado de carne y pan. Era evidente para todos que Gorrión temblaba tanto por el frío como por el hambre después de su incansable viaje para alcanzarlos, y reconocían que estaba agotado y necesitaba descansar.