Alix cogió la llamada telefónica desde su habitación en la Casa Tai porque quería absoluta privacidad. Allí, se tiró en la cama resistente y bien perfumada.
Se revolcaba un poco, sonriendo enormemente mientras escuchaba la voz suave que provenía del otro extremo.
—¿Me extrañas? —preguntó Caishen.
Ella se rió, en realidad soltó una carcajada y asintió, olvidando que él no podía verla.
—No oigo un sí —dijo él.
—Heeey —ella alargó la palabra—. Déjalo.
—Está bien, sé que me extrañas aunque no lo digas en voz alta. Mi hermana Hulk nunca puede estar sin su Caishen —comentó él.
—¡Ho! —ella rodó los ojos—. Deja de burlarte de mí y dime si es grave, la situación con los dos trabajadores heridos. No he visto nada al respecto en las noticias, pero mi padre me lo mencionó. ¿Debería enviar medicinas o alguien ha sufrido una desgracia irreversible?
