Rui Ka Kui seguía estupefacto. No esperaba tanta indignación por parte de Caishen al afirmar lo que él creía que eran los hechos. Incluso se había atrevido a lanzarle algo como si fuera un simple sirviente de la familia Zhang.
—Zhang Caishen —dijo entre dientes.
La puerta de la oficina de Caishen se abrió. Biming y dos guardaespaldas entraron. Los tres miraron fijamente a Rui Ka Kui porque habían recibido una alerta de emergencia en sus teléfonos.
Había un botón debajo del escritorio de Caishen que podía presionar cuando estaba en peligro o cuando quería que echaran a un invitado de su oficina sin tener que gritar. Lo había presionado después de lanzarle el obispo a Rui Ka Kui.
—¿Prefieres salir vertical o horizontalmente? —preguntó Caishen a Rui Ka Kui.