Al día siguiente temprano en la mañana, fueron a la casa de la familia de Caishen donde pasarían dos días. Durante el viaje, Alix no podía dejar de mirar maravillada y admirar el anillo en su dedo. El anillo de plata incrustado de diamantes era simplemente perfecto para ella.
Caishen la había sorprendido con la elección que hizo porque era un conjunto hecho para dos, para él y para ella. Verlo quitarse ese anillo que ella le había puesto el día había sido catártico de maneras inesperadas.
Ahora, cuando sus ojos se movían de su dedo al de él, un tonto sentido de orgullo la invadía.
Al llegar a la casa y después de haber compartido abrazos y saludos, ella levantó rápidamente la mano y dijo:
—Madre mira.
Yura y la abuela Zhang acercaron sus cabezas para mirar el anillo en su dedo.
—Caishen me compró un nuevo anillo —dijo ella.
—¡Oh! —Yura dijo con voz sorprendida—. ¿Lo hizo?