La muerte oscura metió la ficha en su bolsillo y miró atentamente a los competidores. Cinco habían sido eliminados durante el tiempo entre la llegada de Alix y los últimos segundos.
—Quedan dos más —susurró ella.
—Ahora es el momento adecuado —Alix le dijo.
No podían esperar más, quedaban dos jugadores: un caballero negro y el paladín. Solo quedaba un orco y había recibido múltiples puñaladas.
—Oye sistema, ¿estoy libre de peligro?
—Puedes ir presentadora, todo está despejado —respondió.
Tenerlo en su mente era como tener un centro de comando completo al ir a la guerra.
Puso el violín en su hombro y comenzó a tocar la canción de la explosión de luz a un ritmo rápido.
Cuantos más puntos conseguía, más rápido crecía su velocidad y también su maestría. Ahora, cuando tocaba, la luz blanca aparecía más rápido y el poder de su hechizo se duplicaba.