Alix sonrió astutamente.
—¿Cómo van las negociaciones con el dueño de la academia Fuwen? Hace tiempo que ese asunto está tranquilo —dijo ella.
Ella siempre había sabido que la señora Qian no presionaría seriamente el asunto hasta que pasaran esas dos semanas de plazo.
—Concluiré las negociaciones finales antes del almuerzo de hoy —respondió ella.
—Excelente, entonces nos veremos en la escuela de música mañana.
Inmediatamente después de colgar, la señora Qian fue al desarrollo inmobiliario Ko, la compañía propiedad de la familia de su esposo.
Normalmente, estaba tranquila cuando hacía una visita, a menudo saludando a los empleados con una sonrisa educada o reconociéndolos de diferentes maneras.
Esta vez fue diferente. Pasó por todos ellos como si no pudiera verlos. Sus pasos eran decididos y apresurados. Y cuando llegó a la oficina de su esposo, abrió la puerta sin llamar.
—Cariño —dijo ella con voz alta.
