Durante todo el trayecto en coche, hasta el momento de su llegada a la galería para el beneficio, Caishen no podía dejar de preguntarse qué querían decir las palabras de Alix. ¿Qué regalo tenía intención de obtener de él?
¿Qué estaría pensando esta mujer astuta? Él seguía lanzándole miradas furtivas, y apartaba la vista cuando ella lo sorprendía mirando. Caishen no podía recordar la última vez que había estado tan nervioso por algo relacionado con una mujer.
La miró mientras ella entregaba sus invitaciones a un guardia de seguridad en la puerta y se les permitió entrar.
—Bueno, ya estamos aquí —le dijo ella.
—Tengo ojos señorita Lin, pero gracias por señalarlo —respondió él.