—Mmm —respondió perezosamente.
En aquel entonces, le faltaba la voluntad para seguir viviendo, así que la comida era algo que veía como un enemigo que lo obligaban a consumir para mantenerlo en el mundo que odiaba.
Cuando se recuperó, simplemente no lo disfrutaba tanto como antes. Ahora solo comía lo necesario para que su cuerpo funcionara normalmente.
Alix no quería presionar tanto el asunto, pero en su mente, se dio una nueva misión, alimentaría a su esposo y aseguraría que su apetito saludable se restaurara.
—¿Puedo preguntar algo más? —le preguntó.
Él bostezó y se frotó los ojos.
—¿Podemos programar estas preguntas? —respondió él.
Comenzaba a sentirse exhausto, el vino o la papilla, algo le pesaba en los ojos.
La pregunta que Alix quería hacer era sobre la madre de Xiaobo, pero cuando lo vio bostezar, decidió que podía esperar.
Ella miró la cuenta que habían traído con la comida.
—Ya está pagada, vámonos —le dijo él.