—Eh, eso es mío —protestó Bo.
Caishen se giró para enfrentar a su hermano y dijo con voz seria:
—Es una muleta de culpa de la que te has estado aferrando por más de diez años. Admito, asumí tus deberes porque tenía miedo de que hicieras algo drástico si te forzaban a vivir una vida que no querías. Pero como tú mismo lo dijiste, siempre he estado dispuesto, preparado y feliz de trabajar para nuestra empresa familiar. No importa lo que hubiera hecho con mi año de libertad, hubiera regresado a casa para cumplir con mi deber. De hecho, habría vuelto después de tres meses porque estaba emocionado por ir a trabajar.