Alix vio las publicaciones porque el sistema se lo mencionó, lo que la hizo mirar fuera de la ventana. A lo lejos, divisó a los reporteros con sus cámaras, escondiéndose en todo tipo de rincones o simplemente al aire libre, esperando obtener esa fotografía que les reportaría una gran ganancia.
El hospital les había prohibido la entrada a sus instalaciones, así que encontraron otros lugares desde donde esperar. Le recordaba al día en que la acosaron en la escuela de música. No era de extrañar que los Zhang necesitaran cerrar un piso entero para ellos mismos.
—Son como buitres. —murmuró ella.
Después de una larga hora de espera, la abuela Zhang despertó y, como se esperaba, empezaron las lágrimas. Alix eligió no involucrarse en la situación. Se mantuvo al margen y observó como un transeúnte mientras los ancianos lloraban de nuevo hasta que la abuela Zhang se desmayó.
