Los gritos de Cen Xiaosi se atascaron en su garganta al sentir cómo la empujaban más hacia afuera, su miedo la paralizaba hasta el punto en que no se atrevía a moverse.
Lágrimas corrían por su rostro al darse cuenta de la gravedad de su situación. —¡Déjame ir! ¡Déjame ir! ¡Esto es asesinato! —gritó, su voz temblaba de terror.
¿Realmente Si Fuqing había perdido la razón?
Ella sabía que la industria del entretenimiento estaba llena de paparazzi e informantes. ¿Acaso no temía Si Fuqing que la captaran en cámara y añadieran a su ya controvertida reputación?
Cen Xiaosi era consciente de los notoriamente agresivos haters de Si Fuqing, algunos incluso llegaron al extremo de atacarla entre bastidores con ácido.
Mientras tanto, Si Fuqing, sosteniendo a Cen Xiaosi por el hombro con una mano, preguntó con calma:
—Ningning, ¿cuánto falta para que llegue la policía?
—Cinco minutos —respondió Jiang Changning desde la entrada, recostándose en la puerta—. Estarán aquí pronto.