En el coche.
Para evitar más avances de Lu Ningsheng, Si Fuqing decidió sentarse decisivamente en el asiento del copiloto.
Sacó su teléfono y chismorreó con su jefe, Yu Xiheng.
—Jefe, uuuuh, alguien tocó mi cara hoy. ¡Mejor consígueme un seguro excelente!
Esta vez, la respuesta de Yu Xiheng fue un poco más larga.
—Tienes permiso para actuar —dijo.
Sujetando su barbilla con una mano, Si Fuqing respondió.
—Eso no funcionará. Hice un juramento solemne antes de entrar a este mundo de que nunca golpearía a personas hermosas, y mucho menos a chicas lindas y adorables. ¡Son los tesoros del mundo!
Al leer el mensaje, los ojos de Yu Xiheng se entrecerraron ligeramente y sus cejas se movieron.
Le recordó a su primer encuentro, donde las cosas se volvieron físicas inesperadamente.
—Encuentro difícil de creer tus palabras —dijo.
Si Fuqing percibió un rastro de extrañeza en su respuesta.