Wei Yichen también recibió los regalos de Wei Ruo, dos preciosas caligrafías y pinturas y dos rollos de seda.
Wei Yichen miró los regalos. No tenía ninguna expresión evidente en su rostro, ni hizo ningún comentario, solo instruyó a Xiaonan en un tono tranquilo para que guardara todo.
—Joven maestro, las caligrafías y pinturas que la Señorita ha enviado deben ser de su agrado, ¿no desea echarles un vistazo? —Xiaonan preguntó con duda.
El joven maestro siempre había tenido un gusto por la caligrafía y la pintura, especialmente aquellas de maestros famosos. Aquellos regalos del palacio solían ser principalmente obras maestras que el joven maestro raramente tenía la oportunidad de ver en un día ordinario.
—No hace falta, guárdalos —Wei Yichen no dijo mucho.