La noticia de que Wei Yichen había aprobado los exámenes imperiales también llegó a los oídos de Wei Qingwan.
Al escuchar la noticia, Wei Qingwan sintió una mezcla de alegría y preocupación.
Se sentó en silencio en el descuidado patio de la villa, perdida en sus pensamientos mientras miraba a lo lejos.
—Señorita, ¿no está feliz? El joven maestro mayor se ha convertido en erudito, qué honorable es. En el futuro, podría presentarse a los exámenes imperiales nuevamente. Si se convierte en un erudito avanzado, su futuro sería ilimitado —preguntó Cuihe.
—¿De qué sirve eso? Ahora me trata como a una extraña. Aunque tuviera más capacidades en el futuro, no se preocuparía por mí —respondió Wei Qingwan con una mirada triste y resentida.