—Señorita, el joven maestro Qi todavía no ha respondido —dijo la Abuela Li, enunciando el hecho.
—¿Podría ser porque nuestra residencia ha estado recientemente tan vigilada y ninguna noticia externa puede entrar? —preguntó Wei Qingwan.
—Parece ser el caso. Incluso para el joven maestro Qi, tiene que ser extremadamente cauteloso cuando actúa en la Prefectura de Taizhou. Con la situación actual en la casa, de hecho, ninguna noticia puede entrar. Pero no se preocupe, señorita. He estado enviando a Cuihe al lugar que mencionó todos los días. Si hay alguna novedad, se lo reportaré tan pronto como sea posible.
—Él vendrá a buscarme, definitivamente vendrá a buscarme —murmuró Wei Qingwan.
Pensando en Qi Zhen, Wei Qingwan se acordó de su propia espalda. No permitiría que la brutal cicatriz permaneciera en su espalda.
—Abuela Li, por favor ayúdame a preguntar por algún medicamento que pueda eliminar las cicatrices estos días. Estoy dispuesta a pagar cuanto sea —dijo Wei Qingwan.
