—Hermana Wanwan —Wei Yilin se levantó para saludarla.
—Yilin, ¿por qué no te has ido a dormir todavía? —preguntó Wei Qingwan.
—Estoy vigilando a hermano —respondió Wei Yilin.
—Deberías ir a descansar un poco, yo me encargaré de nuestro hermano —dijo Wei Qingwan.
—De ninguna manera, yo soy un hombre, y tú eres una chica, deberías ser tú la que descanses, yo me quedaré aquí y haré la guardia nocturna por hermano —respondió con determinación Wei Yilin.
—Pero aún eres un niño, yo soy un adulto —replicó Wei Qingwan.
—No es cierto, ya no soy un niño, ¡ya tengo ocho años! Además, practico artes marciales; ¡un artista marcial debe asumir responsabilidades! —replicó Wei Yilin.
Wei Qingwan se quedó sin palabras, sintiendo desconocido al Wei Yilin que tenía ante sus ojos.
Hace un año, su hermanito se acurrucaba en sus brazos, diciéndole que era la mejor hermana. Ahora ya no está de acuerdo con sus palabras.