—La Señora Xiu se volvió hacia la Señora Yun y dijo:
—Me pregunto, dado que su hija mayor es tan culta, sería una pena que la Familia Wei vendiera sus tierras. Sugiero que se las entreguen a ella para su gestión en lugar de eso.
La sonrisa de la Señora Yun era ligeramente amarga. Ella había pensado en dejar que su hija ayudara a gestionar las tierras, pero su hija ya había rechazado su propuesta, usando el mismo argumento que había utilizado antes para disuadirla de involucrarse en asuntos agrícolas.
—Debo decirle, Señora Wei, que mi familia posee un pequeño caserío a diez millas al este de la ciudad. Está un poco lejos y es difícil de gestionar para mí. He pensado en dárselo a su hija mayor como un regalo de agradecimiento —continuó la Señora Xiu.
—¿Cómo podríamos aceptar eso? ¡Esto no es apropiado, Señora Xiu! —exclamó la Señora Yun.