Wei Qingwan sacudió la cabeza:
—Olvídalo, no soy buena en esas cosas. Solo por casualidad encontré un problema con Wei Qingruo hoy y pensé en discutirlo contigo. Nunca pensé que sería útil.
La Niñera Li suspiró:
—Señorita, tómelo con calma. Aunque ahora no podemos superar a Wei Qingruo, su arrogancia y acoso serán su caída. Llegará el día en que sufra.
Cejas bajadas, Wei Qingwan parecía bastante indefensa pero logró consolar a la Niñera Li:
—Tú también has trabajado duro, Niñera. Hiciste un viaje de ida y vuelta y hasta te regañó mi madre por el asunto de hoy.
—No te preocupes por mí, esto es algo que debo hacer. Esa Wei Qingruo se esconde en su comodidad y no se preocupa por la vida de su familia, es un hecho. Soy recta y no temo al reproche, es solo que su elocuente explicación confundió la situación. ¡Siempre está usando a la Señora Yuan como escudo humano, actuando como si conocerla fuera un gran asunto! —gruñó la Niñera Li enojada.