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Parecía que estaba al borde de las lágrimas, lo cual la hacía parecer patética, pero Wei Ruo solo le dedicó una sonrisa leve y le explicó pacientemente:
—Hermana Qingwan, no necesitas pensar de ese modo. Qingwan, como la hija mayor de una familia noble, tu naturaleza es maravillosa: gentil, encantadora, amable, considerada y comprensiva. Pero el hecho de que seas de buen corazón no significa necesariamente que seas la persona adecuada para instruir a tu hermano. Yilin es terco y enseñarle correctamente requiere de disciplina estricta, no de consentimiento y mimos sin fin.
Luego, dirigiéndose a Wei Mingting, Wei Ruo continuó: