—Si hubiera sabido, habría venido a recoger antes —murmuró Xie Ying, y aun así eligió las cajas ciegas más pesadas y ligeras de las restantes.
En cuanto al principio, Xie Ying no lo sabía, era todo metafísica.
—Shopkeeper, yo también compraré una —Wei Ruo sacó su plata, se la dio al shopkeeper, y luego levantó la caja más cercana.
Al ver esto, Xie Ying se inclinó al oído de Wei Ruo y susurró:
—Cada una de nosotras puede comprar dos, toma una más para tener más oportunidades. Si no tienes suficiente plata, yo te cubro, no te preocupes. ¿Acaso no vamos a colaborar en el cultivo de hierbas? Simplemente lo descontaré de tus ganancias.
Wei Ruo sintió la buena voluntad de Xie Ying. Ella le susurró específicamente, probablemente por miedo a que le diera vergüenza aceptar.
—No hace falta, está bien, no es que no tenga suficiente dinero, sino simplemente porque no quiero comprar dos —explicó Wei Ruo.
—¿De verdad? —Xie Ying.
—¡De verdad! —Wei Ruo.
—Bueno, está bien entonces —Xie Ying.