Justo cuando estaba a punto de morir, el Marqués Xu lo salvó.
En ese entonces, él era solo un soldado ordinario y el Marqués era el Comandante en Jefe del campamento. Sus estatus eran enormemente diferentes.
Pero tras saber que la razón de su castigo era desobedecer órdenes durante la operación y retrasar el proceso, el Marqués lo dejó ir.
No solo el Marqués lo salvó, sino que también lo invitó a la tienda del Comandante en Jefe y le ofreció vino.
Ese día, el Marqués le dijo mucho.
—Aguantaste firme bajo el sol abrasador, inflexible y firme, un modelo de masculinidad. Sería un derroche supremo si un error te desvaneciera. Tu vida debería usarse en el campo de batalla, defendiendo a nuestra nación —dijo.
—Siempre habrá maldad en los campamentos militares, la vida cotidiana y los hogares ordinarios. Lo que importa no es cómo evitar este mal, sino cómo defender la virtud en nuestros corazones —dijo.